Ésta es la pequeña princesa Sofía de Württemberg:
No conoció a su madre, la muy chispeante e interesantísima gran duquesa Catalina Paulovna de Rusia, por su primer matrimonio duquesa de Oldenburgo y por su segundo matrimonio reina de Württemberg.
Catalina Paulovna.
Catalina murió en enero de 1819, a causa de unas erisipelas complicadas con una posterior neumonía, seis meses después de haber dado a la luz a la menor de las dos hijas que tuvo con su marido Wilhelm, precisamente nuestra protagonista Sofía. Cuando Catalina falleció, el viudo se encontró con una niña, Marie, de poco más de veintiseis meses de edad y otra niña, Sofía, aún en la cunita gorjeando alegremente al margen de todo lo que ocurría en el mundo. Wilhelm no tardó en encomendar a sus hijas huérfanas de madre a una muy bondadosa hermana: la princesa Catalina de Württemberg, ex reina del efímero reino de Westfalia creado por Napoleón para su hermano Jerome.
Tía Catalina era una de esas princesas de extraordinaria integridad y coraje personal. La habían casado con Jerome por pura conveniencia del momento y cuando cayeron los Bonaparte todo fueron presiones para que se divorciase de Jerome. Pero aunque Jerome no había sido el más adorable y fiel de los maridos, era su marido y el padre de sus tres hijos: Jerome, Mathilde y Napoleón, posteriormente apodado Plon-Plon. Catalina se negó en redondo a separarse de su marido y asumió las consecuencias durante años, con un penoso exilio primero en Trieste y después en Suiza, llegando a verse casi en arresto domiciliario tras retornar a Württemberg.
Y menos mal que existía la tía Catalina. La dosis de amor maternal que Marie y Sofía conocieron en sus vidas fue la que les proporcionó precisamente tía Catalina. De manera comprensible, Sofía mantuvo siempre un vínculo afectivo muy sólido con su prima Mathilde Bonaparte y una lealtad hacia sus primos a pesar de lo repelente que podía ponerse Plon-Plon.
Wilhelm se había casado por tercera vez, ya que necesitaba desesperadamente el heredero que la extinta Catalina no le había dado. Su tercera mujer se la buscó "en la familia", fue su prima hermana Paulina Theresa de Württemberg. Puesto que Wilhelm ni se molestaba en disimular su relación de larga duración con la actriz Amalia Stubenrauch, perfectamente establecida en Stuttgart...
Amalia Stubenrauch, amante de Wilhelm I.
...la joven reina Paulina de Württemberg...
Pauline, reina de Württemberg.
...se sintió desde el principio humillada y maltratada. El resultado fue una creciente amargura, respecto a un marido que ni siquiera tenía la menor consideración a las apariencias. Paulina no se puso a hacer de madrastra amorosa con Marie y Sofía. Sus afectos los reservó para sus propios hijos: Catalina, Karl y Augusta.
Paulina con su mayor triunfo: su único hijo varón, Karl.
El hecho de que Wilhelm...
Rey Wilhelm.
...de entre su prole, manifestase predilección por las hijas mayores, la descendencia de Catalina, no aumentó ni mucho menos las posibilidades de que mejorase la relación entre las chiquillas y su madrastra Paulina.
Los años pasaron. Marie y Sofía se convirtieron en dos princesas razonablemente atractivas, además de muy bien educadas:
Marie de Württemberg.
Sofía de Württemberg.
En 1837, el rey de Württemberg realizó un viaje por los Países Bajos, dónde se daba la circunstancia de que el príncipe heredero Wilhelm, estaba casado con una hermana de la fallecida Catalina Paulovna, Ana Paulovna. Ana Paulovna, Annette para la familia, no había tenido una relación fraternal llena de calidez y afecto con su hermana Catalina precisamente. Es posible que la personalidad demasiado vistosa y un tanto arrolladora de Catalina provocase celos y cierto resentimiento en Annette. Además, incluso cuando Annette se había casado con un heredero de la casa de Orange, Catalina no había dejado de expresar su opinión, surgida de su ardiente anglofilia: los Países Bajos más que ser un reino de pleno derecho en el concierto de naciones europeas deberían haber sido una provincia continental del Reino Unido. Ahí queda eso, debió pensar Catalina. Pero Annette se lo había tomado mal, claro.
No obstante, recordando que sus hijas Marie y Sofía eran sobrinas de Annette, el rey Wilhelm I se llevó a sus hijas mayores en el viaje a los Países Bajos. El hijo varón de mayor edad de Wilhelm y Annette, otro Wilhelm, estaba tan ocupado por entonces con su formación militar, que las chicas no conocieron a ese primo de ambas. Sin embargo, sí conocieron al resto de hijos de la tía Annette: Sasha, Henrich y Sophie.