¡¡Ah!! Revisando mis carpetitas...algo más. En su momento, en el período en que le mantuve "bajo mi lupa", le percibí una veta muy romántica que me hizo pensar en sus parientes Wittelsbach, aquellos maravillosos "alunados" (aunque en abuelo Gackel era un Wittelsbach completamente atípico, un tipo extremadamente racional y sensato, un
modelo de pragmatismo). Ese romanticismo en el que envolví la figura de Charles emanaba de su vida privada.
En los albores de la II Guerra Mundial, permaneció en Bruselas, pero, más avanzada la contienda, casi en su período final, pasó la mayor parte de su tiempo en Sart, una población cercana a Spa. Allí, por lo visto, fue dónde asumió la identidad de Monsieur Richard, un colaborador muy activo de la Resistencia en ocultar personas que estaban en peligro de muerte si caían en manos de los nazis. Pero, asimismo, emprendió una relación amorosa con otra colaboradora de la Resistencia: Madame Schaak. Madame Schaak se llamaba, en realidad, Jacqueline Wehrli; era la resuelta hija de un panadero y pastelero bruselense.
Los sentimientos de Charles hacia Jacqueline fueron intensos y profundos: deseaba convertirla en su esposa. Había esperado obtener apoyo de su madre, la reina Elisabeth, una dama con un carácter a veces poco convencional, para lograr el permiso del hermano mayor, Leopold III. Pero Elisabeth dejó a Charles en la estacada: no se imaginaba de consuegra de un señor que hacía hogazas de pan y gateaux surtidos. Leopold III rehusó el permiso, incluso después de que Jacqueline hubiese dado a luz una hija de Charles bautizada con el nombre de Isabelle en honor a la madre de éste. Charles plegó velas. Pero os podéis figurar que cuando Leopold III se permitió el capricho de casarse con la NO REAL ni ARISTÓCRATA DE
POSTÍN Lilianne Baels, a Charles le sentó lo mismito que una patada en los cataplines.