Tanja, muy completo e interesante tu análisis ;-)
Estoy básicamente de acuerdo en que cada dinastía tiene su propio background y que eso determina la actitud del establishment de la corte y, más decisivo todavía, de las distintas instituciones que constituyen el engranaje del poder dentro de un país. Yo diría que el establishment holandés tiene sus magníficas razones para desconfiar profundamente de los consortes masculinos de sus soberanas. Las cosas ya empezaron a torcerse con Heinrich/Hendrik, el consorte de Wilhelmina; se consideró que el matrimonio había sido auspiciado por el káiser alemán para que su cancillería pudiese meter cuchara a fondo en el potaje holandés, pero, aparte, el matrimonio fue bastante desastroso, porque Hendrik consideró muy lesivo para su orgullo masculino que sólo se le exigiese engendrar retoños (hubo varios abortos en los primeros años, tardaron en conseguir una única criatura...) y promover la práctica de deportes al aire libre entre los jóvenes. Como tenía demasiado tiempo libre, Hendrik empezó a enredarse en una larga serie de aventuras amorosas y a gastar su asignación sin ton ni son, contrayendo deuda tras deuda.
Por supuesto, eso parecen "pecadillos" si se considera lo que pasaría décadas más tarde con Bernhard, el marido elegido para Juliana. Tanja, tú lo has resumido perfectamente, Bernhard cruzó definitivamente las líneas rojas al mezclarse en negocios de tipo "pelotazo más que dudoso", concretamente el asunto Lockheed. Pero antes de eso, ya había provocado animosidad entre los holandeses con otros asuntos bastante controvertidos, como el affair Hofmans. Bernhard saturó al establishment holandés, desde luego que sí.
Me da la sensación de que Claus, el marido de Trix, pagó todos los platos rotos por sus antecesores Hendrik y Bernhard. Aunque los holandeses estaban muy orgullosos en general de la trayectoria de las cuatro reinas sucesivas (la regente Emma/Wilhelmina/Juliana y Beatrix), sus príncipes consortes constituían un "serio quebradero de cabeza".
Y todo ese pasado...bueno, supongo que marcó de antemano el papel que asignarían a Máxima. Por simple tradición histórica, siempre ha sido más fácil "encajar" a una consorte FEMENINA en vez de a un consorte masculino...todos los consortes masculinos que ha habido podrían dar fé de ello entre resoplidos y gruñidos. Las expectativas están más claras de antemano: la principal, aparte de proveer hijos, radica en ser un complemento absolutamente decorativo y, como una concesión a los tiempos
modernos, la secundaria que consistía en promover charities ahora se ha transformado en "involucrarse activamente en el patronazco de causas sociales" (suena infinitamente mejor a nuestros oídos). Vamos, que a Máxima le han debido dejar muy clara cuál ha de ser su aportación a la monarquía holandesa: lucir con convicción sus galas, sacarle partido al impactante joyerío de la casa de Orange, darle a la gente una imagen más que correcta de lo que significa tener una princesa heredera y buscarse algunas causas "que agraden y no chirríen". Acordaos de que cuando Máxima se atrevió a expresar una posición sobre una causa que lleva tiempo convirtiéndose en una patatita caliente en la vieja Europa (los flujos de inmigración y en qué manera alteran el concepto de identidad nacional de cada país...) le dieron rápidamente un "coscorrón". Vamos, que ahí le fijaron bien fijados sus límites:
guapa, ya puedes limitarte a echarte encima todo el joyero acumulado durante siglos y a pronunciar algún breve discurso políticamente correcto sobre los microcréditos cuando toque, pero ni se te ocurra meterte a opinar sobre temas tan tremendamente enojosos como la inmigración.
Pienso que otro ejemplo de cómo una monarquía y un establishment palaciego son quienes determinan la funcionalidad de una princesa lo encontramos rápidamente en UK con Catherine de Cambridge. La monarquía británica, ese espejo de tradiciones seculares, tuvo un auténtico problema de consortes gracias a los dos hijos mayores de nuestra Lilibet, Carlos y Andrés. La súper mediática Diana de Gales y la excelente carne de cañón para tabloides Sarah de York llevaron la imagen pública de "La Firma" a uno de sus peores momentos. La muerte trágica de Diana marcó un punto de inflexión en la historia reciente de los Mountbatten-Windsor. Sophie condesa de Wessex tuvo algún patinazo sonado mientras intentó mantener su vítola de mujer emprendedora, con una carrera en el mundo de los negocios...pero tras el patinazo, la "retiraron" prudentemente y ha sabido encauzar su propia trayectoria de forma más que decente. Camilla, la "malvada" del cuento de hadas reconvertidas en brujas que nos vendieron con Diana, tuvo que superar una montaña de prejuicios acumulados acerca de la sempiterna amante poco agraciada para transformarse en una segunda esposa que ha sorprendido a propios y extraños por su dedicación al papel de duquesa.
Todos esos antecedentes le señalaron el camino a Catherine. En su contra, tenía el ser muy joven cuando inició su romance con el príncipe en un entorno universitario. Era una situación difícil de manejar, en particular cuando los dos chicos concluyeron su período educativo, porque a esas alturas la muchacha ya se había convertido en objeto de un notable seguimiento periodístico. Pienso que ella tuvo que asumir una posición nada exenta de riesgos...ese papel que los medios definieron como Waity Katie. Desde el Waity Katie hasta el Waity Katie waits not more...hay un lapso de varios años que incluyeron una sonada ruptura con el príncipe. La ruptura la dejó tremendamente expuesta, fue cuando muchos tabloides se lanzaron a buscar motivos en la posible inconveniencia de la madre demasiado burguesa y bastante trepa de la ex novia, etc. Lo positivo, de cara a Katie, es que en el momento en que supo mantener la entereza y la compostura, ganó puntos; y cuando retomó su relación con el príncipe, está claro que ya hubo un compromiso en firme por parte de los Mountbatten-Windsor de proteger a capa y espada a la futura esposa de un segundo en la línea de sucesión al trono. Digamos que a partir de ahí, ha recibido un apoyo constante y tremendamente efectivo por parte de su familia política -y del staff de Buckingham Palace-. La han rodeado de atenciones y han reclamado para ella un tiempo de gracia en el que ir amoldándose a las circunstancias; cuando ha sido necesario, la han defendido a capa y espada frente a los medios más sensacionalistas. El hecho de que Diana y Sarah se hubiesen quejado amargamente en su día de que "La Firma" había intentado pasarlas por la trituradora de carne principesca, benefició mucho de rebote a Catherine. Opino que la Cambridge es de las princesas la que ha tenido más fácil y más rápido el acceso a un notable grado de popularidad entre sus ciudadanos, por la forma en que la han preservado desde BP.