Has tocado uno de mis temas preferidos, los afrancesados. Pero como lo has limitado a Pilar Acedo y Sarria condesa de Vado, condesa de Echauz (en su propio derecho), marquesa consorte de Montehermoso.
Intentaré hacer un resumen de su vida, siguiendo la semblanza que de ella hace Elisa Martin-Valdepeñas en un magnífico trabajo sobre estos españoles, que bien por sus ideas políticas (Cabarrus), bien por su cultura (Jovellanos,) fueron despectivamente llamados ¨afrancesados¨.
Hija de Don José de Acedo y Atodo, Conde de Echauz y María Luisa de Sarriá y Villafañe, Condesa del Vado, nació en Tolosa (Guipúzcoa) en 1785.

Palacio de Tolosa donde nació.
A los 7 años se trasladarán a vivir a Vitoria, y a los 16 se casará con Don Ortuño María de Aguirre Zuazo y del Corral, Marqués de Montehermoso. Al año siguiente, en 1801, nacerá su única hija, Amalia. Tanto por parte de su familia, como por la de su marido, estará ligada a la vanguardia cultural del momento. Hablaba y escribía perfectamente tanto el francés como el italiano, traducía a los clásicos y cantaba y tocaba a la perfección instrumentos musicales como el piano o la guitarra. "No es grande, pero es una mujer muy bella, y es muy alegre y tiene mucha inteligencia¨.

Palacio Montehermoso Vitoria
Desde el inicio de la invasión napoleónica, los Montehermoso optaron activamente por el bando afrancesado. El marqués fue diputado en Bayona y aceptó de buen grado los puestos que le ofreció el nuevo rey en Madrid, a donde se trasladaron en 1809. Viuda el 1811, no esconde su relación con el rey y se mostrará públicamente sin guardar el luto por su marido, ejerciendo realmente como Primera Dama y participando activamente en las decisiones de su amante el rey. Según Abel Hugo, era “muy orgullosa y muy metida en su papel de amante oficial, hasta el punto de que usaba su condición de favorita regia para darles órdenes a los gobernadores locales”. Aspiraba a convertirse en una nueva Princesa de los Ursinos, según la opinión de muchos.
Cultural y políticamente afrancesada, pasó del entusiasmo por la invasión napoleónica a una cierta desilusión, tras la anexión a Francia de las provincias situadas al norte del Ebro. Quería una España independiente bajo el Reinado de un José I libre de la influencia imperial. Así, empleo su carácter intrigante y su astucia, con el propio conde La Forest, embajador de Napoleón en Madrid, para sacarle la máxima información, de la que luego daba cuenta a José.
En 1812, ante los avances de Wellington en la península, la marquesa, como otros "afrancesados", abandona España por precaución, refugiándose en San Juan de Luz. Allí comprará el castillo de Carresse, en el Béarn, previendo que su exilio pudiese alargarse en el tiempo. Los días previos a la Batalla de Vitoria se reencuentran en la capital alavesa con José, y abandonarán juntos la península pasando por Pamplona y Bera de Bidasoa.
Ambos recalarán en París, pero allí José se reencontrará con su esposa Julie y la marquesa, fuera de su entorno, no volverá a ver al ex-rey.
A finales de 1813 partirá hacia su castillo de Carresse. A partir de entonces, utilizará su título propio, condesa de Echauz, y será su hija Amalia la que será llamada marquesa de Montehermoso.
