Vamos a dar un salto hacia atrás en el tiempo...
Esta princesa...

...se llamó Pauline, Pauline Friederike Maria de Württemberg, nacida en Stuttgart en febrero de 1810. Tuvo una vida bastante desdichada, la pobrecilla, empezando por el hecho de que nació de un matrimonio extremadamente conflictivo, el del príncipe Paul de Württemberg y Charlotte de Saxe-Hildburghausen, esta última considerada una de las princesas más bellas de su tiempo, aparte de ahijada de bautizo de Catalina La Grande. El principe Paul de Württemberg era un tipo de carácter intenso y turbulento, que además mantenía pese a su condición de casado notorias aventuras extraconyugales. Charlotte, cansada de sentirse públicamente humillada, había decidido separarse después de tener cinco hijos de los cuales uno murió a muy temprana edad, por lo que le quedaron Charlotte, Friedrich, Pauline y August. El rey Wilhelm I de Württemberg podía entender que su cuñada Charlotte estuviese harta de Paul: él mismo lo estaba, porque chocaban constantemente en cuestiones políticas; sin embargo, aunque aceptaba una separación de hecho de la pareja, no aprobó que la oficializasen en forma de divorcio. Resignada a su mala suerte, Charlotte se estableció en Hidburghausen, mientras que Paul, por aquello de su espantosa relación con el hermano Wilhelm I, se instalaba en París con las dos hijas, Charlotte y Pauline.
Así que Charlotte y Pauline crecieron siendo muy conscientes de la terrible losa que te caía encima de los hombros cuando te tocaba un mal matrimonio en la tómbola de los enlaces dinásticos. Charlotte, la mayor, resultó inteligente y maduró antes de lo que le hubiera tocado por edad, aparte de que siempre sintió enorme adhesión y ternura hacia su madre; a ella se le arregló un compromiso cuando tenía apenas quince años de edad con el gran duque ruso Mikhail Paulovich, el menor de los hermanos del zar Nicolás I. Charlotte se convertiría así en la gran duquesa Elena Paulovna, una de las más notables mujeres "importadas" por la dinastía Romanov. El suyo -y no creo haceros ningún spoiler...- tampoco fue un ejemplo de casamiento dichoso, porque su marido, un apasionado de la actividad militar, apenas se dignaba prestarle atención.
Pauline, la rubia del retrato, no corrió mejor suerte, sino todo lo contrario. A los diecinueve años la mandaron casarse con el duque Wilhelm I de Nassau, que cuatro años atrás se había quedado viúdo de una tía materna de Pauline, la princesa Luise de Saxe-Hildburghausen. Como Pauline bien sabía, su tía Luise las había pasado canutas con Wilhelm I, que tenía una notable predisposición a someter a una especie de régimen de terror tanto a su mujer como a los hijos que fueron naciendo y sobreviviendo a la lacra de la mortalidad infantil. De los ocho hijos que había parido Luise, cuando Wilhelm se casó en segundas nupcias con Pauline quedaban cuatro, que en orden de mayor a menor eran: Theresa, Adolph, Moritz y la pequeña Marie. Theresa, la primogénita, rondaba los diez años, y Marie, la benjamina, los cinco años cuando llegó al Schloss Biebrich, en calidad de nueva "madre", su prima hermana Pauline de Württemberg.
Pauline sufría una gran falta de audición, era casi sorda, y eso hizo que Wilhelm I se burlase de ella públicamente desde el minuto cero. Humillada y afligida, la princesa trató de volverse casi invisible a ojos de él para ahorrarse malos tratos, pero no lo consiguió del todo. La primera criatura que puso en el mundo fue una niña que murió sin llegar a recibir el bautismo. En los años siguientes, tendría tres hijos: Helena, Nikolaus Wilhelm y Sofía de Nassau. El golpe de suerte, en esa familia, fue que, cuando la petite Sofía contaba tres años de edad, el duque Wilhelm I de Nassau se muriese a consecuencia de un derrame cerebral. Pauline quedó liberada, viudedad mediante, de un auténtico maltratador, al menos psicológico. El nuevo duque de Nassau venía a ser su hijastro y primo carnal, Adolph, de solamente veintidós años por entonces, que enseguida ordenaría construír para Pauline una hermosísima residencia, denominada Paulinenschlösschen. Los hijos de Pauline, nacidos y crecidos en Biebrich, residirían más tarde junto a la madre en Paulinenschlösschen y ciertamente se les proporcionó una esmerada educación muy al estilo británico: de hecho, Helena, Nikolaus y Sofía usaban el inglés habitualmente y manifestaban una considerable anglofilia incluso en materia política, en particular la menor, a la que los hermanos denominaban con cierto retintín "nuestra democrática hermanita".
Nosotros sabemos que, sobre todo para las familias principescas y ducales de pequeños estados como podía ser Nassau-Weilburg, resultaba siempre un factor de considerable relevancia obtener, mantener y en la medida de lo posible siempre reforzar las conexiones con las cortes principales. En Nassau-Weilburg esto se cumplía, en aquel tiempo, respecto a la corte de Rusia. Vamos a empezar por Theresa, la mayor de las hijas del primer casamiento del difunto Wilhelm "tanta gloria lleves como paz dejas", que aquí la tenemos retratada...
Theresa de Nassau-Weilburg.
Era alta, delgada y con un cabello extraordinariamente abundante, sedoso y brillante que compensaba los dientes un poquito demasiado grandes

Tenía una mente aguda e incisiva, cultura y propensión a lo artístico; a veces se pasaba de "viva" y mostraba tendencia al sarcasmo e incluso podía ser venenosa en sus comentarios (quizá un resultado de haberse desarrollado en un hogar dónde el padre era un completo tirano). Se casó joven con el duque Pedro Georgievich de Oldenburg, cuyo padre, el difunto duque Georg de Oldenburg, había sido gobernador de la región del Volga y había logrado matrimoniar con la gran duquesa Katherina, "Katya", hija del zar Paul I y hermana favorita del zar Alejandro I. A través de su madre, Katya, Pedro de Oldenburgo era nieto de Paul I y de María Feodorovna, nacida princesa de Württemberg, hermana mayor del padre de nuestra Pauline. De hecho, Pedro de Oldenburgo, de niño, huérfano de padre, había pasado tiempo junto a su hermano pegado a las faldas de la abuela zarina viuda María Feodorovna...
Para reforzar la conexión Romanov, Adolf, el duque de Nassau, hermano que seguía en edad a Theresa, se había casado con una de las hijas del gran duque Mikhail Paulovich y de Elena Paulovna, nacida Charlotte de Württemberg, hermana de nuestra Pauline. Esta muchacha, llamada Elizaveta Mikhailovna de Rusia...
Elizaveta Mikhailovna.
...era denominada,
en famille, Lily, y tenía un carácter abierto y franco, a veces un tanto malhumorado. Adolph tuvo que ir a San Petersburgo a casarse con ella, claro, y se la llevó consigo a Wiesbaden con una dote espectacular, muy a lo Romanov. Desgraciadamente, la muchacha murió al año siguiente dando a luz una niña muerta. Para honrar su memoria, Adolph se gastó un millón de rublos de la dote (nada menos...) en erigir una iglesia ortodoxa en Wiesbaden consagrada a Santa Elisabeth. Se había quedado devastado y tardaría seis años en casarse de nuevo, esta vez con Adelheid Marie de Anhalt-Dessau...
Adelheid-Marie, segunda esposa de Adolph.
De hecho, se casó en segundas nupcias porque el hermano que le seguía en edad y su potencial heredero, Moritz, había muerto soltero en 1850. A Moritz no vamos a prestarle atención en este relato, pero sí a la hermana menor de Theresa de Oldenburg y de Adolph duque de Nassau: Marie de Nassau. Ella...
...debió ser bastante cautivadora en su adolescencia, ya que cuando el entonces zarevitch Alejandro Nicolaevich, futuro zar Alejandro II, se hizo la gira europea "echándole el ojo" a las princesas en edad de merecer, reparó especialmente en Marie de Nassau-Weilburg. Sin embargo, a la muchacha se la consideró demasiado joven para pensar siquiera en un compromiso prolongado, así que Alexander se quedaría con su segunda opción, la encantadora princesa de Hesse-Darmstadt que se convertiría en gran duquesa, luego zarina, María Alexandrovna. Más adelante, la descartada Marie de Nassau-Weilburg contraería un matrimonio apropiado, pero bastante menos vistoso, con el príncipe Hermann de Wied.
Y ya nos quedan los medio hermanos a la vez que primos carnales de Theresa, Adolph y Marie: Helena, Nikolaus y Sofía. A Nikolaus nos lo reservamos de momento, por tanto tenemos a Helena y a Sofía...
Helena...
...se casó con el príncipe Georg Viktor zu Waldeck und Pyrmont, a quien, bendito spoiler, íba a dar cinco hijas del tirón antes de proporcionar un niño para a continuación cerrar la familia con una sexta hija
Pero la boda de Sofía excedió con mucho la de Helena. La pena fue que su madre, Pauline, no estuvo viva para celebrarlo, claro: Pauline falleció en abril de 1856 y su pequeña Sofía, "nuestra democrática hermanita" según sus hermanos, se había mudado a vivir con su hermana Marie de Wied. Estando con Marie en la residencia estival de Monrepos, se recibió una visita con subsiguiente propuesta matrimonial del príncipe Óscar, heredero de los tronos de Suecia y Noruega, en septiembre de 1856, o sea, cinco meses después de haber enterrado a la madre. Sofía llegaría a Estocolmo, tras un enlace celebrado en junio de 1857 en el barroco Biebrich de Wiesbaden, luciendo un vestido azul -su color preferido- adornado con plumas de cisne. Los suecos la adoraron a primera vista, aunque no era precisamente una hermosura:


Así que...ya os hacéis una idea, ¿verdad?, respecto a quién era Nikolaus de Nassau en la década de los sesenta del siglo XIX. Su hermana Theresa era la duquesa de Oldenburgo. Su hermana Marie era princesa de Wied. Su hermana Helena era princesa de Walden-Pyrmont. Y la niña Sofía, la democrática, vivía con su marido heredero de dos tronos escandinavos en una nueva residencia principesca, Sofiero, en Öresund, no muy lejos de Estocolmo.
La pena era que Adolph...
Adolph duque de Nassau.
había perdido su ducado con motivo de la guerra austro-prusiana de 1866. Adolph había decidido apoyar a Austria en aquella ocasión...y Prusia no dudó en ocupar militarmente Nassau-Weilburg, para gran espanto de Sofía en Estocolmo. La futura reina de Suecia y Noruega se quedó para siempre marcada con el hierro de una profunda aversión hacia Prusia, los Hohenzollern y Bismarck, a pesar de que la indemnización económica concedida a Adolph era, para los estándares de entonces y los de hoy, impresionante.