Éste hombre...
...se llamaba, en serbo-croata, Petar . Se convirtió en rey de Serbia el 11 de junio de 1903, después de que una amplia conspiración hubiese desembocado en el brutal asesinato del último monarca de la dinastía Obrenovic, Alexander I, junto con su esposa, la tremendamente impopular reina Draga (Alexander y Draga tienen su propio tema, para quien desee ampliar información). Luego, en 1918, Petar I de Serbia se transformó en rey de los Serbios, los Croatas y los Eslovenos. En decir, en el primer soberano de lo que se denominaría Yugoslavia (hoy de nuevo completamente desintegrada...).
Cuando Petar se proclamó monarca de los serbios en Belgrado en junio de 1903, no era ningún jovencito. Tenía ya cincuenta y nueve años, estaba a punto de cruzar la línea que marcaba el inicio de la ancianidad (en aquella época, obviamente, la esperanza media de vida era bastante menor que en nuestros tiempos). Carecía de esposa, pues había enviudado el dieciséis de marzo de 1890, es decir, trece años antes. Su mujer había sido la princesa Zorka de Montenegro, mayor de las hijas del rey Nikola I de Montenegro con su reina consorte, Milena.
Zorka había sido "una belleza balcánica", un tanto exótica desde la perspectiva occidental:
Había muerto en el denominado Palacio Azul de Cetinje, capital de Montenegro, el reino de sus padres, tras dar a luz a su quinto hijo, un varoncito bautizado apresuradamente con el nombre de Andrej que tampoco logró sobrevivir. La muerte de Zorka y Andrej fue posterior, en tres años, a la de la segunda hija que ella había tenido con Petar, Milena, quien apenas había vivido un año. Por lo tanto, al morir Zorka, Petar se quedó viudo con tres hijos: una fémina, Jelena, y dos varones, Đorđe (traducible por George) y Aleksandar (Alexander). Jelena, la mayor, tenía, por entonces, solamente seis años de edad; Đorđe (George) frisaba en los tres años y Aleksandar (Alexander) apenas contaba quince meses.
Recordemos que faltan nada menos que trece años para que Petar se erija en rey de Serbia. En esa etapa, era, simplemente, un príncipe serbio en el exilio, que dependía de la protección de sus suegros. Serbia había sido duramente disputada por dos grandes familias rivales, los Obrenovic y los Karađorđević: entonces, reinaban los Obrenovic, lo que significa que los Karađorđević intrigaban sin descanso ni tregua en un constante intento por recuperar el trono del que consideraban desposeídos. Pero las aspiraciones de Petar dependían, en primer lugar, de cómo evolucione la situación en Serbia e incluso en el conjunto de los Balcanes.
Petar necesitaba conservar el apoyo resuelto de su suegro Nikola I de Montenegro, que había sabido maniobrar para que los rusos le considerasen su principal aliado en los Balcanes. Quizá por eso, tomó la decisión de no llenar nunca en su vida el hueco que había dejado Zorka. Podía permitirse relaciones breves, esporádicas aventuras, pero no quería reemplazar a Zorka para no molestar a sus suegros, Nikola y Milena. Con todo, Nikola jugaba a dos bandas en lo que atañía a Serbia. Su principal apuesta era Petar, el viudo de Zorka, el padre de sus nietos Đorđe y Aleksandar. Pero en más de una ocasión, consideró seriamente enviar como esposa para Alexander Obrenovic, el rey Alexander I de Serbia, a otra de sus hijas, concretamente la princesa Ksenija. Si Alexander I de Serbia, el último de los Obrenovic, se hubiese casado con Ksenija de Montenegro, en vez de dejarse arrastrar a un matrimonio denostado por su pueblo con la plebeya e intrigante viuda Draga Mashin, otro gallo le hubiera cantado.
Pero volvamos a Petar...
De momento, tras enterrar a la guapa Zorka, sólo podía aguardar la ocasión propicia para desplazar a Alexander Obrenovic. Belgrado, y Serbia, le estaban vetados. Podía permanecer en Cetinje...o buscar una nueva residencia fuera del Palacio Azul. Decidió alternar largas estancias en Cetinje con otras en Génova. Tenía planes concernientes a la educación de sus hijos, aprobados por su suegro Nikola. Quería que Jelena, llegado el momento, estudiase en el célebre Instituto Smolny de San Petersburgo. Igualmente, tenía en mente que Đorđe y Aleksandar, tras completar una primera fase educativa en Génova, podrían acudir a la famosa escuela para cadetes imperiales en San Petersburgo.