Lamentablemente, nunca he prestado mucha atención a "our dear Freddie"

, así que no puedo, de entrada, ofrecer información sobre su infancia. Siempre me he imaginado, pero por supuesto es muy probable que mi suposición vaya desencaminada, que tuvo que estar tristemente marcada por las circunstancias. A fín de cuentas, Freddie nació en abril de 1917, en plena Guerra Mundial. Su abuelo materno era el káiser Wilhelm II de Alemania por entonces, así que su padre, Ernest August, se vió en una destacada posición dentro del ejército imperial alemán, alcanzando el rango de mayor, si no me confundo. Pero la guerra íba de mal en peor para las potencias centrales. El descontento dentro de Alemania se hizo sentir agudamente a lo largo del año 1918. En noviembre, cuando nuestra Freddie tenía poco más de un año, el abuelo káiser Wilhelm se vió forzado a abdicar y hubo de partir hacia el exilio con la abuela Dona. Simultáneamente, también tuvieron que renunciar a sus reinos, principados y ducados el resto de soberanos germanos. Eso incluye a Ernest August, que dejó de ser duque de Brünswick-Luneburg.
El colapso del imperio alemán tuvo efectos devastadores en la familia Hohenzollern. Paradójicamente, el káiser Wilhelm II, que se supone que se había marchado tras pronunciar unas palabras lapidarias dirigidas a sus ex súbditos en plan "ahí os quedáis, niños: ahora os enmierdaréis solos", llevaba mejor el exilio en Huis Doorn, Holanda, que la abuela Dona. Dona estaba sinceramente devastada por lo que les había ocurrido. En cuanto a los hijos, uno de ellos, Joachim, se encontraba en la cuerda floja: el divorcio que había demandado su esposa, Marie Auguste de Anhalt, coincidió con aquella debacle de la monarquía; todo junto era más de lo que podía resistir y acabó suicidándose. Dona siempre había sentido cierta debilidad por Joachim, quizá porque percibía, con ese infalible instinto de muchas madres, la fragilidad de ese hijo. La muerte de Joachim la dejó destrozada, absolutamente destrozada, y no tardó en fallecer. Probablemente, el káiser Wilhelm se dió cuenta de lo importante que había sido la sumisa y contentadiza Dona en su vida justo cuando la perdió.