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___________________________________________ BORIS I, REY DE ANDORRA POR UNA SEMANADANIEL UTRILLA (Crónica, El Mundo) Domingo, 1 de Febrero de 2009, número 694 Como caído del cielo. Como un extraterrestre de gran envergadura, políglota y con tres ojos (siempre llevaba monóculo), el noble exiliado ruso Boris Skosirev se presentó en 1934 ante el pueblo andorrano para prometerle prosperidad bajo su cetro, un bastón con empuñadura de plata del que nunca se separaba. Quería ser su rey. Y lo fue, aunque su sueño duró poco.
Con el mismo desconcierto que debió de causar Yuri Gagarin en 1961 cuando se le apareció a una campesina tras regresar de su pionero vuelo cósmico, así cayó este ex militar entre los escasos 4.000 habitantes que en los años 30 poblaban Andorra, un coprincipado agrario, aislado y feudal, dependiente tanto del presidente de Francia como del obispo de Urgel. «Era un hombre de unos 40 años, muy bien vestido, con una cara agradable, labios finos. Era un hombre con porte, con clase». El retrato nos lo hace Antoni Morell, escritor andorrano que investigó la vida de este insólito visitante llegado de más allá de Europa antes de publicar en 1984 su novela Boris I, Rey de Andorra (traducida el año pasado al castellano).
En 1934 muchos andorranos acabaron abducidos y seducidos por este monarca advenedizo de ojos azules que hablaba en francés y que les prometía que vivirían a cuerpo de rey bajo su reinado.El 8 de julio de ese año Boris obtuvo el apoyo del Consejo General (23 votos contra 1) para autoproclamarse rey y promulgó su Constitución.
Skosirev había nacido en 1896 en Vilnius, actual capital de Lituania, que entonces formaba parte del Imperio Ruso. Tras servir como oficial en la flota báltica del zar, escapó como otros muchos rusos blancos de la revolución bolchevique de 1917. Sin embargo, a diferencia de muchos compatriotas nobles exiliados que se vieron obligados a trabajar en cualquier oficio, como chófer o camarero, el ambicioso veinteañero tenía planes mucho más grandilocuentes.
«Skosirev había triunfado en los salones del París de la época, e incluso la reina Guillermina de Holanda le concedió la orden de los Orange», explica Morell. Ciertos estudiosos lo vinculan con el espionaje británico, en cuyo servicio pudo realizar misiones secretas en Siberia, EEUU y Japón al más puro estilo 007.
En 1933, Skosirev visita Andorra por primera vez -poco antes, en 1932, había sido expulsado de Mallorca- y recibe la ciudadanía local. Aunque se había casado en 1931 con una marsellesa rica llamada María Luisa Parat, al Principado acude acompañado por una millonaria estadounidense, Florence Mazmon, locamente enamorada de Boris. Estamos ya en 1934, en la población de Santa Coloma.Y el ex zarista se dedica a exponer sus propósitos reales a varios consejeros del Gobierno.
En principio, todos le responden que deje en paz a los andorranos.Skosirev aprovechó para ganarse al pueblo para su causa y entrevistarse con campesinos, artesanos y políticos locales a los que explicaba su intención de modernizar Andorra (construyendo carreteras y ferrocarriles) y de convertirla en foco de inversiones y paraíso fiscal.
Empeñado en ocupar el trono, el exiliado volvió a la carga apenas dos meses después. Se instaló en la localidad de Torredembarra, y comenzó a dar entrevistas a diarios internacionales en las que se presentaba como Rey de Andorra, y en las que llegó a acusar a la República Española de vejar los derechos de los españoles residentes en Andorra.
Tras obtener en julio de 1934 el apoyo del Consejo General para proclamarse rey, Skosirev promulgó una Constitución de 17 artículos que recoge su ideario progresista y la transformación del coprincipado en un paraíso de libertades individuales, eso sí, bajo la sombra de su cetro.
A sus 38 años, Boris Skosirev se había encaramado a los Pirineos como una especie de exótico king kong albino, pero no tardó en ser apresado. El conseller d'Escamp, el único que votó en contra de su coronación, contó lo sucedido al obispo de la Seo de Urgel, que desautorizó el reinado ipso facto y pidió ayuda a Madrid después de que Skosirev le declarese la guerra. El 14 o el 20 de julio cuatro guardias civiles y un sargento arrestaron al zar, que al parecer tomaba té en bata cuando fue aprehendido.Se le aplicó la ley de vagos y maleantes e ingresó en la cárcel La Modelo de Madrid.
«Cuando la Guardia Civil lo llevó de Seo de Urgel a Barcelona, y de allí a Madrid, en un vagón de tercera, de esos de madera; él se quejó porque, insistía, debía recibir un trato de aristócrata», explica Morell. Desde Madrid fue expulsado a Portugal, donde pasó un tiempo en Estoril para luego viajar durante cuatro años por Lisboa, Tánger y Gibraltar. En 1938 los francesas le permiten volver a Aix, donde se reunió con su primera esposa. En 1941 el régimen de Vichy lo recluyó en un campo de concentración con antifranquistas y antifascistas italianos. Algunos fechan su muerte en 1944.
«Me interesaba el personaje, que bien podía ser de cualquier revista de las de ahora, del ¡Hola! o de Lecturas. Imagine lo que debió de suponer que en una sociedad agraria, cerrada y pequeña de 4.000 personas y pico apareciera un individuo muy bien trajeado, hablando no se cuántas lenguas, y que se autoproclame rey y haga incluso una Constitución», explica Morell. Su obra ya ha sido llevada al teatro y la actriz Assumpta Serna aboga por llevarla a la gran pantalla.
Escurridizo para la historiografía oficial, este zar oportunista y mujeriego, también ha inspirado a un compatriota suyo, Boris Solpelniak, que acaba de publicar en Rusia Vosjozhdenie (La Ascensión), novela basada en su peripecia, y que ya busca traductor al castellano./ DANIEL UTRILLA (Moscú)Fuente: El Mundo
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