El papel de John Conroy en todo este entramado histórico es, cuando menos, dudoso.
Fue Conroy -sin lugar a dudas...- quien estableció sobre el papel el esquema de lo que se denominaría "el sistema Kensington". Esto coincidió, en el tiempo, con la muerte del rey George IV, que significó el ascenso al trono de William de Clarence bajo el nombre de William IV. Junto a William, en calidad de consorte, estaba su Adelaide, incapaz de proveer herederos a la corona. Para entonces, se había consolidado la posición de Drina, una niña de once años que estaba justo a un paso del trono británico.
De luto riguroso por el difunto George IV, esa chiquilla asistió a la solemne ceremonia de la Orden de la Jarretera que tuvo lugar en el palacio de St James en julio de 1830, y, en agosto de 1830, también acudió a Buckingham para la fiesta de cumpleaños de la reina Adelaide. Adelaide era siempre muy dulce con Drina, de
modo que a la niña le hubiera gustado corresponder a sus amorosas efusiones; pero su madre la había exhortado a mostrarse circunspecta y formal, algo que hizo porque tenía miedo a una escena doméstica posterior; la actitud envarada de la princesa ofendió mucho al rey William IV, que no entendía en absoluto esa falta de cortesía hacia la bondadosa Adelaide.
La duquesa Victoria y Conroy se enfrentaban abiertamente, pues, a William IV. La princesa Drina hubiese debido asistir a la fastuosa coronación de sus tíos soberanos, programada para el 3 de septiembre de 1831, pero no fue porque, en la procesión, se le había asignado un lugar detrás de sus tíos paternos, los duques reales. Victoria de Kent, espoleada por Conroy, insistió en que dado que a su hija no se le permitía caminar justo detrás de los monarcas, no accedería a que participase en aquel solemne evento. Entre tanto, sin embargo, Conroy estaba ya planificando, al detalle, una serie de viajes de la joven Drina a lo largo y ancho de Inglaterra, que tenían como objeto que los británicos conociesen a la heredera.
Se tratataba de un claro desafío a William IV. Le estaban diciendo: "Tu Adelaide ni ha tenido hijos ni los tendrá, así que nosotros promocionamos a nuestra chiquilla, que un día será la soberana a través de la cual gobernaremos". Seguramente, de ser otra la actitud de la duquesa viuda, William IV y su Adelaide hubiesen sido los primeros en promocionar a la chiquilla de Kensington, pero, desde ese palacio, se planificaron las cosas pasando por encima de los monarcas, algo que el rey no podía aceptar y que a la reina le causaba una infinita tristeza. Drina era el arma que esgrimían Victoria de Kent y John Conroy, sin ningún miramiento, sin escrúpulos.
A partir de 1832, Drina cumplió fielmente con una serie de viajes planificados por el interventor de finanzas de su madre. Hasta tres meses llegó a durar la primera gira por las Middlands y Gales. Al año siguiente, se programó otro extenso periplo por el Sur y el Oeste. En esos trayectos que tanto molestaban al rey porque se hacían "a pesar suyo", hubo instantes que pudieron explotar hábilmente la duquesa y su amigo. En Torquay, una procesión de niñas había acudido hacia Drina para ofrecerle una corona. En la Biblioteca Bodleian de Oxford a Drina se le mostró, con la adecuada prosopopeya, el libro de ejercicios de latín de la reina Bess (Elizabeth I). En Portsmouth, Drina subió a bordo del buque insignia del legendario almirante Nelson, el "Victoria", para compartir la pitanza de los marineros.