La llamaron "la Redentora". Ejerció tres veces la Regencia durante el largo reinado de su padre, el emperador Pedro II, por hallarse éste en el extranjero. Y en dos de esas tres ocasiones, de su mano firmó leyes que pasarían a la Historia. El 28 de septiembre de 1871, estampó su nombre, con rúbrica, en la denominada
Lei do Ventre Livre, mediante la cual todos los niños que naciesen en adelante en territorio brasileño de madres esclavizadas serían, sin embargo, libres. El 13 de mayo de 1888, diecisiete años después, iría más lejos aún, pues firmó la célebre
Lei Áurea. Suponía que nada menos que decretó el fín de la esclavitud en el Brasil. Alrededor de 700.000 esclavos se encontraron, de repente, libres. Y los que habían sido sus dueños no obtuvieron ninguna compensación económica por "la pérdida".
En resumen: una mujer con convicciones, firme y resuelta. Su decisión le costó el trono de un Imperio. Aún así, antes y después de tomar el camino del exilio, declararía rotunda:
-Mil tronos eu tivesse, mil tronos eu daria para libertar os escravos do Brasil.