El Salón de los Pilares: llamado así por las columnas que flanquean las cuatro paredes de la sala. Fue el comedor del Rey Adolfo Federico antes de ser
modernizado por el rey Gustavo III. En el diseño de los interiores rococó, la simetría era muy importante. Cada puerta debía tener una ventana, un espejo o una puerta al otro lado. El arquitecto siguió religiosamente este principio. Algunas de las puertas dobles son imitaciones, instaladas para no alterar la estructura simétrica de la sala.
En la actualidad, la sala refleja el estilo neoclásico de la década de 1780, cuando Gustavo III renovó el interior. Las sillas, de estilo gustaviano, son obra de Eric Öhrmark ca. 1780. También se encuentran dos esculturas de Venus y Apollino, el dios Apolo adolescente. Cuando la sala se restauró en la década de 1940, aparecieron unas pinturas decorativas obra de Johan Pasch, realizadas hacia 1740.
Al salir del Salón de los Pilares, se entra en el Salón Victoria y en el esplendor del siglo XIX.
Salón Victoria: lleva el nombre de la diosa romana de la victoria. Originalmente, cuando Adolfo Federico y Luisa Ulrica se instalaron en el palacio, esta sala estaba formada por dos habitaciones: la Antecámara del Rey y su Salón de Audiencias. Gustavo III hizo que las dos se unieran en una sola habitación, su Gran Gabinete. Posteriormente, la Reina Desirée mandó redecorarla en la década de 1820. La decoración actual, en estilo rococó, data de 1864, siendo obra de Fredric Wilhelm Scholander para Carlos XV.
El espacio es un ejemplo bien conservado del estilo victoriano, que muestra el esplendor del estilo neo-rococó del siglo XIX. Esta sala se utiliza hoy en día para las recepciones oficiales.
Las dos grandes mesas ovaladas con tableros de estuco, fueron realizadas en Múnich en 1844. Fue un encargo para Óscar I y la Reina Josefina. Scholander diseñó las sillas y los sofás, confeccionados en Estocolmo, pero las enormes lámparas de cristal son de la firma Lobmeyer, de Viena, hacia 1860. La alfombra, de 20 metros de largo y 8 de ancho, se tejió en una sola pieza en Estocolmo.
Estudio de Óscar II: uno de los antiguos estudios mejor conservados es el que ocupó el cuarto rey de la Casa Bernadotte. Se instaló en 1872 y era típico de finales del siglo XIX: telas oscuras y bordadas, cortinajes gruesos, adornos, muchos muebles y retratos de familia. Es muy diferente al estilo de interiorismo sueco, sin adornos y a veces minimalista, del siglo XXI. Las paredes están cubiertas con papel pintado que imita la tela verde abotonada.
Durante el reinado de Óscar II se produjeron grandes cambios tecnológicos: la bombilla y el teléfono llegaron a Suecia. La electricidad se instaló en el Palacio Real de Estocolmo en 1883 y el teléfono fijo un año después. En el escritorio del Rey se puede ver una lámpara con las bombillas al descubierto. Esto se hizo a propósito, para mostrar este
moderno invento. Desde que Óscar II falleció en 1907, esta sala se ha dejado intacta para honrar su memoria.