Y aparece Oprah como cliente... ¿Cliente?
Las chicas diferencian entre asistentes a las fiestas, con los que no entablaron relación alguna, y clientes. Mencionan hasta a Stephen Hawking.
Es una vergüenza ver lo generalizado que estaba todo esto. En el mundo intelectual, político, empresarial y artístico. Una vergüenza. Hay hasta un profesor de Derecho de Harvard.
Menores de edad llevadas allí para complacer a toda esta gente, cuando lo que tendrían que haber hecho todos esos adultos era protegerlas y mandarlas a casa, con sus padres, y luego hablar con la policía.
En España ha habido muchos casos de esos que te ponen de mala leche, que te revuelven todo. Pero hay uno en concreto, ocurrido en Palma de Mallorca, que causó una conmoción total. Todavía lo recuerdo. Una chica murió por sobredosis en el portal de su casa. Sus padres creían que llevaba una vida aparentemente normal, con los problemas propios de una adolescente rebelde que no quiere estudiar, hasta que empezaron a sospechar que tomaba drogas. Se conoce como el caso Nora.
Aquella muerte destapó una red de prostitución de menores espantosa y que pasó totalmente desapercibida para las autoridades competentes. Chicas que eran captadas y engañadas en parques públicos, las enganchaban a las drogas y una vez enganchadas, para asegurarles la consumición diaria, las prostituían... por 20 €. Había hasta abuelos jubilados entre los "clientes". Algo muy parecido a lo que hacían Epstein y su mujer, pero claro, sin glamour, sin fiestas caras en grandes mansiones ni buen dinero que pagarles.
Muchas veces tendemos a pensar que estos casos son muy diferentes, que las chicas de Epstein ya eran mayorcitas para saber lo que hacían, pero no lo eran. No son conscientes del lugar en el que se meten hasta que logran madurar. Al principio lo ven como un fin para conseguir drogas o dinero fácil, pero luego caen o les hacen ver la gravedad de la situación vivida. La diferencia clara es que unas acaban ante la justicia denunciando lo que les pasó y logrando una compensación económica y otras terminan muertas en el portal de su casa o tiradas en un colchón de un narco piso.
El subconsciente a veces nos lleva a juzgar estos casos de forma distinta, dependiendo de cómo haya acabado la historia. No debería ser así. La gravedad es la misma, la inconsciencia de las muchachas es la misma y la omisión del deber de protección de los adultos es la misma.