La tiara, conocidísima, es la que solemos identificar como "la prusiana". De estilo neoclásico, con columnas y hojas de laurel, se sostiene sobre una base de meandros griegos. Realizada en diamantes montados en platino, el más importante es el central, de talla pera. Queda suspendido en un colgante que bascula al moverse.
La Princesa Victoria Luisa de Prusia, Duquesa de BrunswickLa joya fue realizada por el joyero alemán Koch, uno de los más renombrados de la época, para la única hija del Káiser Guillermo II, la Princesa Victoria Luisa de Prusia. En 1913, Victoria Luisa contrajo matrimonio con el Príncipe Ernesto Augusto de los destronados Hannover.
La Princesa Federica de Hannover, Reina de Grecia De clara inspiración helénica, no podía acabar en otras manos que en las de la hija de Victoria Luisa y Ernesto Augusto. La Princesa Federica de Hannover contrajo nupcias con el Príncipe Pablo de Grecia y Dinamarca, segundo en la línea de sucesión al trono. Siendo ya Reyes de los helenos, Federica dejó de utilizar la tiara. Se la regaló a su hija primogénita, la Princesa Sofía de Grecia que, una vez casada con el Príncipe Juan Carlos, trajo la joya a España, cambiando ésta por tercera vez de dinastía y país.
La Princesa de Asturias luciendo las joyasAl igual que la tiara, el conjunto de collar y pendientes de diamantes que lució la Princesa de Asturias ese día, fueron los mismos que escogió, cinco años antes, para el día de su boda en Atenas. El collar, en lugar de llevar prendida la cruz, llevaba su colgante habitual, con tres diamantes de talla periforme.