Y, REMATADO EL TEMA...
...viene el SALSEO.
¿De quién era hijo ALBERTO?
El "divorcio Coburgo" y el penoso exilio a Sankt Wendel de Luise generaron para siempre una serie de rumores que incluían el cuestionamiento acerca de la filiación real de Alberto, el hijo pequeño, el que no se parecía físicamente al duque y había sido favorito indiscutible de la duquesa.
El salseo siempre ha triunfado, en todas las épocas y lugares. En 1839, cuando Alberto llegó a Inglaterra con su hermano Ernestito como acompañante para comprometerse con la prima Victoria, la "Flor de Mayo" de la común abuela Augusta, en las islas se publicó lo que los británicos suelen denominar una
tall story, o sea, una historia especialmente "imaginativa", fundamentada más en viejos chismorreos que el hechos demostrables. Según aquella
tall story de 1839, era cosa sabida que en el ducado de Coburgo que la madre de Alberto había sido abiertamente infiel a su marido, y se mencionaban varios amantes sucesivos: distintos caballeros de la influyente familia von Wangenheim, el barón Huberman y el baron Münchhausen, éste último miembro del staff del padre y la madrastra de la duquesa en Gotha.
Esa manera de "subrayar" la mala reputación de Luise permitía, simultáneamente, especular con la legitimidad de Alberto. Con Ernestito, el primogénito, nunca ocurrió, sencillamente porque era una viva imagen de su padre, sólo que menos agraciado. Pero Alberto, el diferente, se convirtió también en Alberto el destacado, el pudibundo y aparentemente muy pacato príncipe consorte, con elevados estándares morales y un grado de exigencia en esa materia que casi le hacía repelente. Resultaba una gozada, en esas circunstancias, poder atribuírle la etiqueta de ser "un hijo del lado equivocado de la cama" de una duquesa demasiado casquivana. Además, para introducir un elemento de mayor morbo por aquello de los sentimientos antisemitas presentes en casi toda Europa, se apuntó el nombre de un destacado personaje de la corte de Coburgo, al que había hecho alusión claramente, en su trayectoria de "la lengua la tengo más suelta aún que la pluma", Pauline Panam, quien, entre tanto, había hecho carrera en el teatro de variedades con el sobrenombre artístico de La Belle Grecque.
El nombre apuntado era el de Ferdinand, freiherr (barón) von Meyern, a quien se describía unánimente como "judío". Todavía no he logrado dilucidar porqué el apellido von Meyern sonaba a "inevitablemente judío" entre quienes difundían con lengua suelta ese rumor. Los von Meyern-Hohenberg eran una familia destacada: aparte de la posición en la corte de Coburgo de Ferdinand von Meyern-Hohenberg, caballero de cámara desde 1791, otro pariente de éste llamado Leopold von Meyern-Hohenberg tendría más tarde papel destacado como asesor en materias jurídicas de Ernest antes de ocuparse de la dirección del teatro, dónde intentó triunfar también -infructuosamente- como autor. Con esto quiero decir que los von Meyern-Hohenberg eran familia destacada en Turingia y no consta por ningún lado que fuesen judíos.
El asunto von Meyern fue luego recogido por un autor anónimo de "A German Prince and His Victim", de 1915, dónde el german prince era Ernest I y su víctima Luise. Posteriores autores de biografías de Alberto y/o Victoria fueron reproduciendo los comentarios, incluído Lytton Strachey en su "Queen Victoria". Como los autores tienen cierta natural tendencia a ir apoyándose los unos en los otros, a Meyern le cayó un sambenito.
Posteriormente, creo que hacia 1972, una obra de David Duff sugería como padre biológico de Albert nada menos que a su tío Leopold, el hombre que trazó cuidadosamente todo lo relativo a su formación y su destino. La teoría Leopold triunfó bastante, y más cuando en la serie de tv "Victoria", en la temporada II, aparece reflejada en una escena inolvidable, cuando Leopold y Albert se encuentran en Coburgo para el funeral de Ernest I.
Posteriormente, surgió el libro "The Coburg Conspiracy", en el que Richard Sotnick incluye nuevos posibles candidatos: Alexander conde zu Solms y Friedrich Blum, éste último nunca incluído anteriormente, que yo sepa, en la intrincada historia.