Bueno...creo que es hora de retomar a Olga, que la tenía casi en el olvido...y es un olvido imperdonable, porque a mí esa mujer me encanta.
Hemos conocido a la familia de Olga, su entorno directo. Como hemos visto, sus padres, el gran duque Constantin Nikolaevich y la gran duquesa Alexandra "Sanny" Iosifovna, eran dos personajes relevantes en el entorno de los Romanov. Durante la infancia de Olga, lo que más llama la atención es que siempre fue "la niña bonita" de la casa por comparación con su pobre hermana, que enseguida enviaron a que la tutelase una tía reina en un pequeño estado alemán porque les avergonzaba demasiado su presencia. Ahí, resumiendo mucho, era dónde estábamos.
A Olga apenas le dió tiempo a hacerse mujer antes de casarse. Resultó que había un joven príncipe danés que se había enterado de que le habían elegido para ocupar el vacante trono de Grecia cuando había empezado a desenvolver la hoja de periódico que protegía su bocadillo de sardinas, un tentempié muy típico para los cadetes de la
modesta armada danesa. El chico dejó de ser Willem, para la familia "Willy". Se marchó a Atenas para reinar con el nombre de Georgios I, que sonaba mejor a los oídos de sus flamantes súbditos. Se aseguró de que podría mantener su religión protestante, pero prometió que se casaría con una ortodoxa y que educaría a sus hijos en la ortodoxia: se trató de un compromiso inteligente, que le granjeó muchas simpatías.
Y para buscarse una esposa ortodoxa, nada mejor que irse a Rusia. Georgios contaba con la ventaja de que una de sus tres queridas hermanas, Dagmar, se había convertido en la zarina María Feodorovna, consorte del zar Alexander III. Las puertas de la corte de San Petersburgo estaban abiertas de par en par para Georgios, el rey de los griegos hermano de la mismísima zarina. Enseguida pudo echarle un ojo a las princesas ortodoxas disponibles...y de inmediato se prendó de Olga Constantinovna, que aún no había cumplido dieciséis años.