MUSEO DEL PRADO
Retrato de Don Juan de Austria, poco después de la batalla de Lepanto
LA EXTRAÑA Y HUMILLANTE MUERTE DE DON JUAN DE AUSTRIA, el héroe de Lepanto
CÉSAR CERVERA-Día 24/02/2015 - 04.27h
Nacido un 24 de febrero de hace 470 años, el hijo bastardo de Carlos I terminó sus días en un insalubre campamento militar en Flandes víctima de una fallida operación de hemorroides. El tifus, o quizás un posible envenenamiento, contribuyeron al deterioro de su salud
Don Juan de Austria tardó varios meses en tomar posesión de su cargo de gobernador de Flandes, un territorio integrado en el Imperio español. En contra de las órdenes de su hermano Felipe II para viajar a Bruselas de inmediato, el héroe de Lepanto se dirigió a la Corte a negociar las condiciones en persona. No es que rechazara el nombramiento del Rey, ni podía hacerlo, pero sabía bien que la situación allí era inmensamente complicada y que para acabar con la rebelión en la zona eran necesarios unos recursos que se les había negado a sus predecesores en el cargo.
Finalmente, el hijo bastardo de Carlos I de España marchó al epicentro de la rebelión cargado de promesas del Monarca, solo para presenciar cómo éstas eran incumplidas una por una. Tras caer en una profunda depresión y verse aislado luego del misterioso asesinato de su secretario Escobedo en Madrid, Don Juan de Austria sufrió en 1578 un indigno final para un héroe de su prestigio: una hemorroide mal operada dio el golpe final a un cuerpo castigado desde hace meses por el tifus.
La situación en Flandes, durante la conocida guerra de los Ochenta años, alcanzó uno de sus momentos más críticos poco antes de la llegada de Don Juan de Austria. En 1573, Luis de Requesens, también destacado en la batalla de Lepanto, había sido nombrado como nuevo gobernador de Flandes en sustitución del severo Gran Duque de Alba. Si bien el catalán no gozaba del talento militar de su predecesor, la debilidad de la Hacienda Real obligaba a abrazar una solución pacífica. Antes de partir para Bruselas, el nuevo gobernador publicó una amnistía general, abolió el Tribunal de Tumultos –símbolo de la represión española– y derogó el impuesto de las alcabalas. No obstante, el cambio de estrategia de la Monarquía hispánica fue interpretado entre las filas rebeldes como un síntoma de flaqueza, y, a finales del otoño de 1573, Requesens tuvo que recurrir nuevamente a las armas para imponer su autoridad.
Cuando las operaciones militares empezaban a dar sus frutos, Luis de Requesens falleció de forma inesperada en Bruselas el 5 de marzo de 1576, a causa posiblemente de la peste, dejando por primera vez inacabada una tarea encomendada por su Rey y amigo Felipe II. La rapidez con la que se propagó la enfermedad imposibilitó que el Comendador de Castilla pudiera dejar orden de su sucesión y fue el conde de Mansfeld quien se hizo cargo temporalmente del caos. Los dos años que tardó el siguiente enviado del Rey, Don Juan de Austria, en alcanzar Bruselas fueron fatales: un motín general de las tropas españolas asoló el sur y la desobediencia completa se extendió por norte de los Países Bajos.
Felipe II consideró que su hermano era el hombre idóneo para encauzar la situación en Flandes y se lo transmitió en una carta fechada en mayo de 1576: «Confío en vos, hermano mío, que desde que os informéis del estado de los negocios en los Países Bajos dedicaréis vuestra fuerza y vuestra vida a un negocio tan importante para el honor de Dios y el bienestar de su religión. Y como están en peligro, no hay sacrificio que deba evitarse para salvarlos» .
Nacido el 24 de febrero de 1545 (aunque otras fuentes consideran que pudo ser en 1547), Juan de Austria gozaba a sus 30 años de un gran prestigio a nivel europeo gracias a su actuación en la batalla de Lepanto, donde ejerció el mando de la escuadra cristiana. Era un hombre muy apreciado por la Europa católica y menos expuesta a la leyenda negra que las propagandas holandesa, francesa e inglesa arrojaban contra España. Si el Rey veía en la elección del militar español la mejor opción posible, no debía creerlo igual Don Juan de Austria, que retrasó al máximo el viaje e incluso acudió a la Corte para reunirse en privado con su hermanastro. Pese a que había desobedecido sus instrucciones, el Rey abrazó a Don Juan de Austria de forma efusiva a su llegada y cedió en todas las cuestiones que planteó su hermano, siempre recordándole que la Real Hacienda se encontraba muy debilitada tras la suspensión de pagos ordenada el año anterior
El cadáver de Don Juan de Austria fue trasladado a España, después de ser seccionado en tres partes para evitar que pudiera caer en manos enemigas y posteriormente unido de nuevo. Según las fuentes, el estado de sus restos tras el viaje era bastante calamitoso, faltándole la punta de la nariz y otras partes. Y como queriendo redimirse del injusto trato que le dio en sus últimos años de vida, Felipe II levantó una espectacular escultura para cubrir su tumba en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Un obsequio para un hombre que no dejó nada en su testamento, «porque nada poseía en el mundo que no fuese de su hermano y señor el Rey»
Mausoleo de Don Juan de Austria, en el Panteón de Infantes
http://www.abc.es/espana/20150224/abci-juan-austria-muerte-hemorroide-201502232130.html