Interesante este hilo.
La Real Cedula de 1802, está muy bien citada. Sin embargo, los mapas del Ecuador con que se ilustran los posteos, están todos equivocados.
Como bien señala la Real Cedula en mención, se segregó (separó) del virreinato de Santa Fe y la provincia de Quito, los territorios tales y cuales. Por lo tanto, por decisión real, las regiones de Guayaquil, Tumbes, Jaén y Mainas, retornaron a la jurisdicción del virrey del Perú, como expresamente mandó la norma en cuestión.
Luego con los procesos independentistas, como bien dice Kalistenes, quedaron delimitadas las fronteras de los nuevos estados en base al principio de derecho internacional “Uti Posidetis”, es decir, tienes o gobiernas, lo que posees. Quedando bajo la jurisdicción del nuevo estado independiente, Perú, los territorios de Guayaquil, Tumbes, Jaén y Mainas.
Guayaquil, pasó posteriormente a la Gran Colombia, por decisión personal de Simón Bolívar y en contra de la opinión de sus propios habitantes.
Siendo así, Ecuador, nunca ha poseído ni gobernado los territorios de Tumbes, Jaén y Mainas, que pertenecen (hasta la actualidad) al Perú.
Recordemos que Ecuador no existió sino hasta 1830, cuando se creó la nación ecuatoriana.
Antes de la independencia de América del Sur, todo era España, virreinatos, capitanías generales, provincias, Etc. y estaban bajo la suprema autoridad y gobierno del Rey.
En cuanto a otras precisiones, es importante situarnos a partir de 1808, cuando se produce la invasión bonapartista a la Península, con lo cual se iniciaron una serie de movimientos emancipadores en América del Sur. Principalmente en Venezuela y Argentina.
El gobierno del virreinato del Perú, estaba encargado al virrey José Fernando de Abascal y Sousa (1806-1816) quien con política conservadora y autoritaria, mantuvo la defensa del orden virreynal establecido en Sudamérica, con una contraofensiva exterior. El gobierno limeño hiso frente a las revoluciones criollas en Quito, el Alto Perú y Chile para restablecer el control peruano sobre ellos, entre 1809 y 1815.
Este nuevo gran virreyanto del Perú contrarrevolucionario, presentó un reto formidable a los regímenes revolucionarios de Nueva Granada y Buenos Aires. Este último fracasó por tres veces en el intento de establecer su control sobre el Alto Perú, que José Fernando de Abascal volvió a unir a Lima en 1810.
Efectivamente, como se señala en Wikipedia, los dos bastiones del legalismo monárquico absolutista en América del Sur fueron Perú y Brasil, este último centro de la monarquía portuguesa del momento.
Abascal se presentó como el auténtico virrey, en el momento de la Emancipación. Él fue realmente el único virrey con poder y mando, puesto que José de Iturrigaray en Nueva España, Baltasar Hidalgo de Cisneros en Río de la Plata y Amar y Borbón en el de Nueva Granada, carecieron en su actuación, de aquellas cualidades que deben caracterizar la función de representación de la realeza, que es consustancial a la personalidad del virrey. Se hallaron tan sorprendidos por la novedad y tan carentes de iniciativa personal, que pronto fueron arrastrados por los acontecimientos, excepto Abascal, que no pudo aceptar una actitud expectativa e inhibitoria. Fue un hombre con energía, decisión e iniciativa propia, lo contrario del tipo de virrey creado por las reformas borbónicas, recortado en sus atribuciones y simple ejecutor. La época en que éste gobernó el Perú, Sudamerica atravesaba por una completa crisis de autoridad y, para un militar de casta como él, nada podía ser más lamentable que encontrar en los gobiernos peninsulares nuevas ideas que minaban, a su juicio, su autoridad más que las reformas borbónicas. Por el hecho de no resignarse a actuar débilmente en una época crítica, José Fernando de Abascal procedió como autoridad independiente.
Al final él gobernaba toda la América del Sur española en nombre del rey preso en Bayona.
Para esto obligó a la aristocracia limeña a financiar los ejércitos que necesitaba para mantener el orden en los demás virreinatos del sub continente, lo que logró también con tropas peruanas, mientras las peninsulares luchaban contra el invasor francés.
Con otra perspectiva, Abascal podría haber fundado un gran estado sudamericano de habla hispana y otra hubiese sido la historia.
Posteriormente Belgrano, citado en algún posteo de este hilo, si tuvo esta gran visión y dirigió una misión a Europa para que se reconozca a los países, independizados por José de San Martin: Argentina, Chile y Perú (los actuales Bolivia, Paraguay y Uruguay incluidos), como un solo Estado. Pero Inglaterra, temiendo que, si se formase un gran estado de habla hispana, en un futuro este podría representar una seria amenaza al poder inglés, (igual que en el caso del general Flores, mencionado en otro posteo de este hilo), realizó una esplendida campaña diplomática entre las demás cortes europeas del momento y ninguna apoyó esta iniciativa argentina. Luego Inglaterra impulsó a Bolívar, quien terminó por atomizar, aun más, a la América del Sur, con el resultado que hoy tenemos.