Gracias, Legris. Ese "caballero" al que nadie desearía tener en su club bebiendo sherry mientras se juegan unos naipes sí que faltaba por aquí...
La historia de los Obrenovic es tan enrevesada, tumultuosa, revuelta y en última instancia sangrienta, que no puedo evitar que me atrape. Fíjate, dando vueltas por la red, en busca de imágenes nuevas de las kraljicas Natalija y Draga, he encontrado, casi de chiripa, referencias a otra mujer vinculada a un hombre Obrenovic que las pasó canutas en Belgrado. Me refiero a una que no llegó a ser kraljica...se quedó en simple kneginja: Júlia (para los serbios mejor Julija) Hunyady de Kéthely. Y al estudiar más en profundidad la trayectoria de Julija, me he topado con su rival Katarina Konstantinovici y la madre de Katarina, Anastasia "Anka", una Obrenovic por nacimiento. Hay una referencia breve en la página 1 de este tema, pero... debería abrir un tema, aunque fuese cortito, para la kneginja Julija Obrenovic, porque lo suyo es un tremendo culebrón balcánico.
Como me da pereza abrir un tema, lo meto por aquí, de rondón, jajajaja. Éste es Mihailo Obrenovic, knez (príncipe soberano) de Serbia en dos períodos distintos: de principios de julio de 1839 a mediados de septiembre de 1842 y posteriormente de finales de septiembre de 1860 a principios de junio de 1868.

Claro que no espero que volváis a la página primera y empecéis, boli en mano, a dibujar un árbol genealógico de los Obrenovic sobre cualquier trozo de papel para tratar de seguir los avatares de tan complicada familia balcánica, jajajaja. Simplificando...Mihailo, que como se puede apreciar tenía buena planta, era uno de los hijos que Ljubica Vukomanović dió a Milos Obrenovic, que llegaría a ser príncipe de Serbia y fundador de la casa Obrenovic que nos tiene tan pero tan entretenidos. Ljubica Vukomanović era una mujer de carácter firme y decidido, que tuvo que aguantarle alguna que otra clamorosa infidelidad a su marido Milos Obrenovic; pero aunque él llegó a príncipe y de rebote la hizo princesa, conste en acta que no las aguantó mansa y sin rechistar, sino que armó buenos escándalos, llegando a atacar físicamente a las amantes de turno del knez. En fín, tampoco vamos a meternos en la vida privada de Ljubica, jajajaja. Aquí os la enseño, tan orgullosa con el mayor de sus hijos varones, Milan Obrenovic:

Cuando Milos, el fundador de la casa con la necesaria cooperación de la enérgica Ljubica, decidió abdicar en 1839, un tanto forzado por las circunstancias políticas, que estaban al rojo vivo para no variar, le sucedió ese hijo que posa para el retrato con la madre: Milan. Milan tenía entonces veinte años de edad, pero no estaba precisamente en el apogeo de su juventud; desde niño, había preocupado constantemente a Ljubica por su naturaleza enfermiza, su propensión a ir de achaque en achaque. Estaba hecho una penita el día en que se convirtió en knez tras la renuncia formal del progenitor, que, de facto, siguió moviendo los hilos porque el chico murió, inconsciente, veintiséis días más tarde. Fue breve el asunto...
Fallecido Milan, el único hermano varón que tenía con vida, Mihailo, se adjudicó el título de knez. Mihailo andaba por los dieciséis años...una edad poco apropiada para sujetar las riendas del poder, máxime en un país marcado por la lucha a brazo partido de dos familias por el poder: los Obrenovic y sus letales enemigos los Karađorđe. Allí las maquinaciones y conjuras de los que en cada momento hubieran sido removidos en favor del adversario estaban a la orden del día: cuando habían estado en la cima los Karađorđe, los Obrenovic habían intrigado sin excluir en sus planes el asesinato llegado el caso y al encontrarse en el poder los Obrenovic, sabían que los exiliados Karađorđe tratarían de revertir la situación lo antes posible. Vamos, que ser knez en Belgrado debía resultar un constante stress. Mihailo quizá tuviese buenas intenciones, pero era un chaval sin experiencia que empezó a sumar errores de bulto desde el principio. Le habían alejado a su carismático padre, Milos, pero nadie le rodeó de consejeros que mezclasen sabiduría y lealtad. El resultado: antes de que hubiesen discurrido tres años de su ascenso, una revuelta a gran escala le privó de su título y le llevó a abandonar el país.
Los Obrenovic eran muy proaustríacos. De hecho, sus enconados rivales e incluso sus críticos menos ásperos les acusaban a menudo de ser peleles de Austria en Serbia. Comprensiblemente, el ex príncipe Mihailo, de menos de veinte años, se estableció en Viena, dónde podía contar con el apoyo de la cancilleria de los Habsburgo. Después de la marcha de los Obrenovic, habían aparecido oportunamente los Karađorđe, en especial el príncipe Aleksandar, que había estado en la etapa anterior exiliado en la Besarabia, bajo el patrocinio generoso de Rusia. Aleksandar Karađorđe se proclamó knez en Belgrado, instalándose allí con su esposa Persida Nenadović, quien, a esas alturas, ya le había dado cuatro hijos de los que sobrevivían tres.
Así que...la rueda de la fortuna había girado. Ahora, a Mihailo, en Viena, le tocaba conspirar con el apoyo de sus muchos parientes contra Aleksandar Karađorđe, flamante knez de Serbia, al igual que, en los años precedentes, Aleksandar, en Besarabia, había tramado con la connivencia de su extensa red de familiares contra Mihailo Obrenovic. Supongo que eso se lo tomaban con la misma naturalidad con la que una británica de pro se toma su té con sandwichs de pepino, ejem ejem. Claro que, mientras tanto, entre conspiración y conspiración, Mihailo Obrenovic llevaba una ajetreada vida social en Austria, al igual que sus allegados. Destacaban sus hermanas, Petrija y Jelisaveta, ésta última apodada Savka: ambas estaban casadas, la primera con Todor Bajic de Varadija, la segunda con Jovan Nikolic, y, significativamente, los dos "cuñaossss" de Mihailo fueron ennoblecidos en Austria.
Pero, yendo al meollo de la cuestión: tan ajetreada vida social le permitió a Mihailo conocer a la aristócrata Júlia Hunyady de Kéthely.