Friedrich Franz.
La desaparición de Augusta representó un hecho traumático para Friedrich Franz. Había bebido los vientos por su esposa, de
modo que la muerte de ella significaba el final de todas sus ilusiones conjuntas, aparte de que le dejaba a cargo de cuatro chiquillos. Era una convención de la época que un viudo con hijos necesitaba concertar otra boda lo antes posible, para asegurarse su propio bienestar y una adecuada crianza de los niños, quienes, de momento, quedaron a cargo de su abuela paterna, Alexandrine, nacida princesa de Prusia. Se respetaba un "período de duelo", por supuesto, pero estaba bastante claro que, en un plazo de tiempo no demasiado largo, habría otra duquesa para ese duque ciertamente desolado.
A la hora de buscar una mujer que llenase el vacío dejado por Augusta, la mirada se dirigió hacia el ducado de Hesse-Darmstadt. La propia Alexandrine, madre de Friedrich Franz, tuvo algo que ver en eso: ella sentía un enorme cariño hacia su prima hermana Elisabeth, princesa prusiana que se había casado con el príncipe Karl de Hesse. Karl y Elisabeth eran los presuntos herederos de Hesse debido a que el hermano mayor de él, el gran duque Louis III, no tenía hijos en su matrimonio con la princesa Mathilde de Baviera. Para entonces, Karl y Elisabeth contaban con tres hijos varones (Louis, Heinrich y Wilhelm) de los cuales el mayor (Louis) había hecho una excelente boda: se había casado con la princesa Alice de Gran Bretaña. También contaban con una hija, Anna, que seguía soltera.
Anna de Hesse es una figura que pasó bastante inadvertida, excepto por el hecho de que, hacia el año 1860, se la había incluído en la lista de posibles novias para el príncipe de Gales, Bertie. A su favor, jugaba el hecho de que su hermano Louis estuviese emparejado con Alice, hermana de Bertie. En su contra, la nefasta valoración que hizo de ella la hermana de Bertie y Alice, Vicky, a la sazón princesa heredera de Prusia. Vicky se tomó muy en serio su papel de "echarle un buen vistazo" a las candidatas para remitir extensos informes a sus padres, la reina Victoria y el príncipe Albert. Su descripción de Anna de Hesse no ofrecía una visión nada atrayente de la joven descrita. Se decía que no tenía una buena figura: sólo una figura "pasable". El cabello oscuro enmarcaba el rostro de tez "olivácea" (cuando el ideal de la época lo representaba un cutis marfileño o con un suave tono cremoso), en el que destacaba una mirada ligeramente estrábica. Además, se expresaba con una voz que no sonaba dulce ni melodiosa, con expresiones un tanto secas y cortantes que podían responder a su timidez. Vestía con escaso gusto, se permitió añadir Vicky. Aunque lo peor de todo, desde luego, era que, de tarde en tarde, sufría "convulsiones" (quizá una forma leve de epilepsia).
Después de leer la detallada exposición de Vicky acerca de Anna de Hesse, sorprende para bien contemplar la fotografía de la princesa:
Anna de Hesse.
Nadie la catalogaría de belleza, ni siquiera de chica guapa. Se la podía considerar, no obstante, bastante corriente, sin caer dentro de la fealdad. Si se compara su retrato con el de Augusta de Reuss, se encuentra cierto parecido en sus formas. Ese parecido bastó para convencer a la duquesa viuda Alexandrine de que Anna, la hija de su prima Elisabeth, agradaría a Friedrich Franz.