Brianna y Carmela...¡me estáis causando un trauma perdurable, jajajaja! Todo el mundo me pone siempre a caer de un burro por estancarme en los temas per secula seculorum y vosotras me reñís...¿¿por hacer avanzar demasiado este tema?? De verdad, me dejáis estupefacta, jajajajaja.
Tampoco he avanzado tanto. Sólo me he asegurado de que Jean Sans Peur se moría en el puente de Montereau

En sentido estricto, soy inocente...¿eh? A pedirle cuentas al delfín y sus consejeros, jajajaja.
Por cierto que al delfín le vinieron dobladas después de ese asesinato. En realidad, los sucesos en Montereau íban a tener grandes repercusiones. La primera de ellas fue que el hijo del fallecido, Philippe, que ya dejaba de ostentar el título de conde de Charolais, lugarteniente en Flandes y en el Artois, para a cambio convertirse en duque de Borgoña, se "obcecó" en tomarse cumplida revancha por lo sucedido. Y la forma más evidente de vengarse del delfín consistía en buscar activamente una alianza con Henry V de Inglaterra, a quien, por supuesto, le estaba sentando divinamente aquella secuencia de conflictos internos de la corte de Francia.
El plan maestro de Henry V pasaba por desposar a una princesa de la casa de Valois, Catherine. Aquí cabe señalar que Charles VI, el rey loco, había engendrado seis hijas de las cuales la mayor había muerto con apenas dos añitos de edad, por lo que habían sobrevivido a la niñez, alcanzando la edad adulta, cinco princesas de Francia. Las princesas, por orden de nacimiento, eran Isabelle, Jeanne, Marie, Michelle y Catherine. A Michelle ya la habíamos conocido aquí, pues era la esposa de Philippe de Borgoña, la nuera de Jean Sans Peur que se quedó tremendamente impactada por el asesinato de éste perpetrado en Montereau.
Isabelle, la mayor de las chicas, había sido reina de Inglaterra. Me da un poquito de reparo introducir nuevos personajes en el relato...temo que os canséis de tanta historia que se va entrecruzando incluso antes de llegar al nacimiento de nuestra auténtica protagonista, María de Borgoña. Pero debo deciros que Isabelle siempre ha sido una princesa que me hace sentir una vehemente ternura. Era apenas una niña -seis o siete años, no recuerdo- cuando la mandaron a Inglaterra, país tradicionalmente enemistado con Francia, para que se casase con Ricardo II. Ricardo II le sacaba a su esposa Valois nada menos que VEINTIDÓS AÑOS. Hoy en día, el simple pensamiento de que las conveniencias políticas auspicien una boda solemne entre un hombre hecho y derecho, cumplidos ya los veintiocho años, con una cría que tiene seis años rozando en los siete años...bueno, hoy en día eso nos suena peor que mal, es algo que nos remueve la bilis. Pero en aquel tiempo nadie se escandalizó ni pizca, pese a que la novia estaba seis o cinco años por debajo de la edad canónica mínima para poder ofrecer un consentimiento que se juzgase válido (esa edad mínima creo recordar que se situaba en los doce años). Por supuesto, todos asumían que Ricardo no consumaría su unión hasta que Isabelle alcanzase la edad núbil. Entre tanto, se esperaba solamente que la estableciese con una gran casa en la que ella podría formarse según los usos y costumbres de su nuevo país.
Ricardo estaba viudo de Anne de Bohemia, con la que había compartido un armonioso y gratificante matrimonio durante doce años. Sólo les había faltado un hijo para completar su felicidad, a decir de los coetáneos, y la muerte inesperada de Anne, provocada durante la plaga de peste de 1394, había supuesto un golpe psicológico tremendo para Ricardo. Digamos que tras la desaparición de la querida Anne, Ricardo pareció ir "dando tumbos" por el mundo. Sin embargo, Ricardo había tenido corazón y seguía teniendo corazón: acogió con verdadero cariño a su esposa niña importada de Francia. En los años siguientes, se tomó un gran interés en que Isabelle viviese a gusto, rodeada de comodidades, en una atmósfera incluso lujosa, perfectamente atendida y celebrada en la corte británica. Gracias a esa actitud protectora y afectiva de Ricardo, Isabelle pareció desarrollar una sincera inclinación hacia su real marido. Aquí no vamos a darle un repaso a los años en el trono de Ricardo, pero diremos que acabaron bruscamente: fue depuesto por su primo Henry de Bolingbrooke, el hijo de John de Gante; Bolingbrooke mandó encerrar a Ricardo en el castillo de Pontefract, que se elevaba entre los desolados páramos del oeste de Yorkshire. Usando de excusa la "insania" de Ricardo (era un auténtico narcisista y quizá padeció brotes de esquizofrenia), Henry de Bloingbrooke le mantuvo encerrado en Pontefract mientras se hacía coronar Henry IV. La muerte de Ricardo se produjo al cabo de pocos meses de cautiverio -y desde luego no se debió a causas naturales, sino que se trató de un asesinato político-.
Isabelle tenía unos diez años cuando Ricardo fue encerrado en Pontefract y surgió en escena el nuevo rey Henry IV. Por orden de Henry IV, la reina consorte de Ricardo debió abandonar el castillo de Windsor para ir a establecerse en el castillo de Sonning. Nadie esperaba que la chiquilla mostrase lealtad hacia el infeliz Ricardo, menos aún después de la muerte de éste en Pontefract. Pero Isabelle dió una lección de coraje cuando Henry IV se propuso casarla con su hijo heredero Henry, el futuro Henry V. Isabelle se negó en redondo a contraer segundas nupcias con el hijo y heredero del hombre que había mandado asesinar a Ricardo II. Su gesto fue impactante. Dado que se trataba de una Valois, nadie osó forzar su voluntad de seguir siendo la viuda de Ricardo II. La embarcaron rodeada de un vistoso séquito, con un nutrido equipaje, para que retornase a Francia, según su deseo. Allí, más tarde, se casó de nuevo con su primo Charles de Orléans, hijo del duque Louis de Orléans de quien ya hemos hablado y de esa Valentina Visconti a quien también habíamos conocido.
La encantadora Isabelle murió demasido pronto, al dar a luz una niña que recibiría el nombre de Jeanne. Isabelle se extinguió a los diecinueve años, el 13 de septiembre de 1409; casi dos años antes, Jean Sans Peur, duque de Borgoña, había mandado asesinar a su suegro Louis duque de Orléans, por lo que el marido, Charles, había accedido a ese título.
Esto...bueno, tiradme de las orejas. Siempre me dejo llevar por el entusiasmo que me inspira Isabelle, tan capaz ella de plantarle cara a Henry IV de Inglaterra y de rechazar casarse con el que sería años después Henry V de Inglaterra. Sí, el Henry V que tomó Harfleur, que venció en Agincourt/Azincourt, que logró conquistar Rouen y avanzó hacia París en el otoño de 1419. Por entonces, de las hermanas de Isabelle, que sin duda la recordarían a menudo, Jeanne era la duquesa de Bretaña; Marie había tomado los velos, alentada por su madre Isabeau, en el convento de Poissy; Michelle era la muy turbada esposa de Philippe duque de Borgoña y sólo estaba soltera la pequeña de la casa, Catherine.
Y Henry V de Inglaterra, el mismo con quien no había querido comprometerse Isabelle, requería en esa época la mano de Catherine. Era curioso, desde luego, como se trazaba una línea, no precisamente recta, entre la mayor y la menor de las hijas de la pareja Charles VI-Isabeau. Lo que Isabelle había rechazado, surgía ahora como una seria opción de futuro en el caso de la benjamina Catherine -quien, por cierto, debía de ser muy pero muy linda en esa época-.
Ahora vamos a ver en qué le tocaba esto al duque de Borgoña, a aquel Philippe que no olvidaba la forma en que el delfín Charles se las había apañado para liquidar a su padre, Jean Sans Peur...