No se olvide las comparaciones hacia ella, bien es cierto en la posteridad, con su muy bella y culta hermana la emperatriz Isabel del Sacro Imperio. Elegante y observadora, delgada y de porte grácil, de buenas maneras, aunque en un matrimonio no muy feliz con el interesantísimo José II (el "josefismo" se estudia en la historia de las ideas), más reseco que una ristra de ajos, (menos mal que le quedaba la música), de carácter amargo y consolado con la música, lecturas y caza (y mucha acción de gobierno, aunque sin tacto ninguno) Ella, lesbiana, idealista y enamorada en Viena no de su esposo, murió joven. No fueron felices. A la reina la han comparado con esta hermana como su contrario en las virtudes.
Eso sí. Todas las crónicas dicen de que María Luisa de Parma era una mujer elegante. Que sabía vestir sobrio y porte cuando correspondía, y que sus movimientos (creo que Galdós así la describe, recuerdo) llamaban la atención por su distinción. Y otra cosa. Fernando VII actuó con sus padres en el exilio post-napoleónico con una cicatería y desprecio... Al menos en el destierro, parece que la reina cada vez era más conformista y discreta, o sensata y resignada, vamos. Quizá es ahí, en Nápoles o en Roma en Villa Farnesse, cuando se le otorgó el "privilège du blanc" ante el Papa. Aunque digan algunos estudiosos de la curia vaticana de la Iglesia que fue Carlos IV el que se lo dio a su mujer, cosa que no se si puede ser y sorprende. En todo caso, sería la primera soberana en tenerlo, si rechazamos lo de que vestían las reinas españolas ante el nuncio a veces de blanco en algunas ocasiones en España ya mucho antes.
Sigue, Lamballe!!
