Todos los seres humanos tenemos nuestro propio juego de luces y sombras. La verdad es que a veces nos cuesta entendernos a nosotros mismos, en algunas de nuestras actitudes o reacciones a actitudes ajenas; así que tremendamente complicado se pone eso de llegar a captar en su plenitud las razones y motivaciones internas de otras personas, máxime cuando son personas que no hemos visto jamás con nuestros ojitos, que de hecho pertenecen a otras épocas.
Podríamos elucubrar durante horas...pero serían siempre elucubraciones. Y eso hay que tenerlo muy presente, para no dejarnos arrastrar por la ola de suposiciones hacia una playa en la que confundamos "sugerencias" con "certezas" y "opiniones o interpretaciones subjetivas" con "hechos".
Dicho lo cual...por elucubrar un poco...lo cierto es que podemos partir de la base de dar por válidas al cien por cien las "memorias" de María, que ya es mucho otorgarle, porque todos si tuviesemos que redactar unas memorias lo haríamos siempre de forma que despertasen la máxima empatía y simpatía con nosotros mismos, aunque fuese ofreciendo una visión de la realidad muy particular...No estoy diciendo que María "apañe la verdad a su antojo" ni que "mienta descaradamente", no me voy a meter tan hasta el fondo en el charco, jajajaja, pero es probable que ella recree la historia de su vida de forma que quede justificada a sus propios ojos y ante los ojos de sus eventuales lectores. Lo haríamos el 99% de la gente, tirando por lo bajo: es algo perfectamente natural y comprensible.
Dando por hecho eso...¿qué sabemos de Ella? Sus hermanas Victoria Alberta, Irene y Alix fueron prolíficas, pero nuestra Ella no tuvo hijos, a pesar de que parece haberlo deseado lo suficiente como para peregrinar a lugares sagrados en los que suplicar "la gracia de la maternidad". Imaginemos, sólo por imaginar, que Ella lo intentó denodadamente durante años y no pudo concebir, con la carga de frustración personal que eso puede generar en una mujer que, aparentemente, lo tenía todo. Imaginemos que, finalmente, encontró una forma de consuelo en la idea de que quizá la ausencia de hijos e hijas era algo que tenía sus ventajas...una mayor cuota de libertad personal, de independencia, de poder centrarse en su matrimonio por completo, sin restarle a su matrimonio ni una miajita de atención para dedicarla a los niños. Y, sí, ya sé que en los círculos de la Rusia Imperial, tener hijos físicamente no equivalía a actuar como una devota mamá veinticuatro horas al día siete días a la semana, porque había un complejo sistema de nannies asistidas por doncellas y criados. Pero aún así había mujeres que vivían muy intensamente su papel: por ejemplo, la propia Alix, a la que le encantaba tener las cunas de sus rorros en su dormitorio por las noches y levantarse a acunar a los bebés que se despertaban sobresaltados o a cambiarles los pañales sucios.
Imaginemos que Ella se conformó con su destino aferrándose con uñas y dientes a esa idea. Eso es algo bastante común, en cierto
modo quizá nos ha pasado a todos alguna vez recurrir al "no hay mal que por bien no venga". De repente, una concatenación de circunstancias excepcionales, sitúa bajo su cuidado a dos niños, la pequeña Masha y el recien nacido prematuro Dimka, hijos de Paul y de Alexandra, la pareja con la que Serge y Ella mantenían aparte de los lazos de parentesco ya conocidos una profunda afinidad afectiva. Sabemos que Serge se volcó por entero en los críos, se preocupaba de Masha y él mismo puso mucho de su persona -mucho tiempo, mucha dedicación, desvelos día y noche...- para sacar adelante a Dimka, cuya prematuridad se hacía notar, como es lógico. El súbito "enamoramiento" de Serge hacia los huérfanos de Alexandra pudo haber tomado a Ella por sorpresa: quedaba claro que en él, fuese como fuese, con sus vicios privados y su mala reputación pública, había en cambio madera de padrazo. Eso...¿no pudo ser una especie de puñal clavándose en lo más hondo de Ella? Tal vez le dolió tanto que no pudo evitar una arremetida de celos iniciales bastante importante. Tal vez como reacción se hizo distante respecto a los niños tan intensamente mimados por Serge. Tal vez.
En cualquier caso, Masha tuvo una relación ambivalente con Ella, pero que yo sepa Dimka adoraba a su tía mamá adoptiva. Puede que la reacción de Ella se atemperase mucho poco a poco, con el paso de los años. A lo mejor no era tan intensamente maternal como Alix, pero podía ser una buena tía mamá adoptiva.