Cuenta la propia Sirikit que, cuando se casó con Bhumibol, Tailandia no tenía un traje nacional, una indumentaria que fuese identificable para el resto del mundo. Para explicar lo que sentía, ponía como ejemplo a Japón, cuyo vestido tradicional es el kimono. Tampoco le parecían muy adecuados los antiguos trajes de Corte y mucho menos quería que palacio sucumbiera a la total occidentalización, como venía sucediendo desde los años 30. Así que decidió ponerse manos a la obra y organizar un grupo de expertos que creasen diversos tipos de vestidos tradicionales y que se fuese imponiendo la
moda de lucirlos. Son todos los que hemos visto anteriormente.
Con dos ejemplares de cestos tailandesesEso era en el plano nacional, pero Sirikit también tenía las ideas claras respecto a qué imagen proyectar en el exterior. Sabía que era necesario vestir ropa de estilo occidental durante los viajes oficiales, pero quería darle su toque personal. Aprovechando que a principios de la década de los 60 tenía que emprender una larguísima gira por varios países de Europa, contactó con Pierre Balmain para que le confeccionara todo su vestuario. Pero poco a poco, el gusto afrancesado de Balmain, se fue llenando de detalles y surtiendo materias primas tailandesas.
Los Reyes visitaban a menudo las provincias más desfavorecidas del país. Sirikit fue econtrando que, sobre todo en las del norte, se confeccionaban fantásticas artesanías que poco o nada llegaban a la capital y que se distinguían de las demás por su calidad o por el virtuosismo de las manos que las creaban. Había distintos tipos de sedas, brocados, platería, cestería, lacados, cerámicas... Artes y oficios que se estaban perdiendo, que apenas tenían salida en el mercado tailandés y mucho menos en el internacional y que por supuesto, iban a ser barridos si se asentaban los gustos por la ropa y complementos occidentales. Así que decidió estrechar su relación con Pierre Balmain y presentarle todo tipo de tejidos de las provincias tailandesas para confeccionar su ropa con ellos.

Surtió a los artesanos de medios (desde telares a talleres escuela) para que desarrollaran su oficio y lo enseñaran a las nuevas generaciones; exigió que todos los vestidos tradicionales de la Corte se confeccionasen con materias primas tailandesas; y empezó a introducir en su vestuario pequeñas cestas que, hasta entonces, no pasaban de artefactos de campo de provincia. Posteriormente creó la Fundación SUPPORT en 1976 para llevar a cabo proyectos de desarrollo mucho más perdurables en el tiempo. Finalmente esa fundación, dio paso a la creación del Museo Téxtil de la Reina Sirikit para dar a conocer las técnicas y concienciar sobre las artes y artesanías textiles del país.