Vicky había sido una criatura precoz y se transformó en una mujer intelectualmente brillante. Había concebido elevadas expectativas respecto a sus hijos y, además, se distinguía por un profundo, acendrado, sentido crítico. La mezcla de ambos factores estropeó desde el principio su relación con los hijos mayores.
Una característica común a la inmensa mayoría de los niños es que perciben con gran rapidez que no se ajustan a la imagen mental que previamente se han hecho los padres respecto a cómo serían y cómo evolucionarían los retoños. Willie y Charly captaron enseguida la exasperación, la frustración e incluso el desencanto que rebosaban de Vicky. Dejando a un lado la "tara importante" de Willie, tampoco parecía poseer una mente inquisitiva y aguda, una viva inteligencia, una notable rapidez para aprehender conceptos o para expresarse. Asimismo, aún pasando por alto los "horribles tics" de Charly, no mostraba una feliz disposición al estudio ni una particular sensibilidad artística. Ninguno de los dos tenía nada que ver con lo que Vicky había representado en su infancia...la niña prodigio, capaz de desenvolverse a los tres años en tres idiomas distintos con una fluidez y un desparpajo que llamaban la atención de cualquiera, con facilidad para absorver conocimientos y un notable talento para los dibujos o las acuarelas.
Entra dentro de lo normal que los niños empezasen a notar en su interior el aguijonazo de cierto resentimiento y animosidad hacia esa madre que, confiando en que ella pondría en el mundo hermosos cisnes blancos, se encontraba de repente con que no había tenido más que dos patitos feos. Para ellos, resultaba más fácil y natural el amor incondicional que les mostraban sus abuelos paternos.
Y ahí, en buena medida, radica el quid de la cuestión. Wilhelm y Augusta, los padres de Fritz, se convirtieron en reyes de Prusia cuando Willie tenía dos años y Charly seis meses. Su ascenso al trono les situó en una posición preeminente y dominante, la corte entera giraba en torno a ellos aunque el verdadero poder lo ejerciese, con mano de hierro, Otto von Bismarck desde la cancillería. Wilhelm, que en sus años mozos había manifestado ciertas tendencias liberalizadoras, no podía oponerse a lo que encarnaba Otto von Bismarck...un conservadurismo reaccionario con el fuerte tinte militarista propio de la tradición prusiana. Así que, por resumir, Wilhelm acabó adhiriéndose a los postulados de Otto von Bismarck, que tenía grandes planes acerca de una Prusia hegemónica en Alemania y en Europa. En cuanto a Augusta, procedía de la corte de Weimar, un lugar especialmente ilustrado y de ferviente cariz liberal, pero sus conflictos del pasado con Bismarck la habían obligado a "entrar en vereda".
De
modo que Wilhelm y Augusta encabezaron el partido conservador en tanto que Fritz y Vicky servían de bandera al partido liberal. Eso originaría una gran tensión familiar y cortesana. En semejante ambiente, Wilhelm y Augusta, sin embargo, consiguieron llevarse a los hijos mayores de Fritz y Vicky a su terreno.
Tanto Wilhelm como Augusta bebían los vientos por sus nietos. A ojos de los abuelos, se trataba de criaturas de gran apostura, con sus hechuras "tan Hohenzollern". Los Hohenzollern, por supuesto, constituían una dinastía orgullosa de sí misma. Habían tenido sus momentos de gloria (¡ah, el recuerdo de Frederick el Grande...!) y no cabía duda de que seguirían un camino ascendente si Otto von Bismarck, desde la cancillería, conseguía materializar sus planes cuidadosamente elaborados. De hecho, lo consiguió: en 1871, nada menos que en la Gran Sala de los Espejos del Palacio de Versalles, en Francia, Wilhelm, rey de Prusia, fue proclamado emperador (káiser) de Alemania, con el nombre de Wilhelm I. En ese mismo instante, Augusta, reina de Prusia, se transformó en la emperatriz (kaiserina) de Alemania. Willy, de once años, y Charly, de nueve, estaban sencillamente arrebatados de puro entusiasmo.
Los abuelos habían infundido en esos nietos, al igual que en Henry, que siguió la pauta de Willy y Charly, el convencimiento de estar por encima de los demás. Eran prusianos y encima eran Hohenzollern, en una época en que Prusia, y los Hohenzollern, alcanzaban una posición hegemónica en Europa. La certeza de hallarse tan encumbrados supuso un revulsivo para los principes...