Catherine of Aragon's gravesite at Peterborough Cathedral. A new tablet in her memory was placed here in 1986, inscribed: A Queen cherished by the English people for her loyalty, piety, courage and compassion.

De la placa no tienen efectvamente... y las banderas de Mary ya no están...
Ya no interrumpo más, no se cumpla mi teoría, que está muy interesante

Se lee mal, pero aquí está... también de findagrave.com

La miniatura tiene el valor añadido de que refleja el auténtico colorido de Catalina/Catherine. Su cabello era de un rubio con un tinte rojizo, esoesim abundante. Su tez era muy clara, lo que contrastaba con la piel "cetrina" de los miembros españoles de su séquito. Podía exhibir un rostro agraciado. En cambio, era muy baja y, ya en su juventud, algo gordita. Sin embargo, su marido Arthur todavía era de menor estatura que ella. El día de la boda de Arthur y Catalina/Catherine, ella avanzó hacia el altar de la catedral de Saint Paul con una mantilla española cubriéndole los cabellos y un vestido de tela rígida, en blanco y oro, sembrado de piedras preciosas; la conducía de la mano el hermano menor de Arthur, Henry. Henry sólo contaba diez años de edad...pero superaba bastante en estatura a Arthur, de quince años.

Fue muy pero muy curioso el banquete de bodas en el castillo de Baynard. A Catalina/Catherine, la recien llegada, se la sentó a la mesa a la derecha de su suegro, el rey Henry VII. En cambio, a Arthur, el novio, le relegaron "a la mesa de los niños". Le tocó sentarse con sus hermanas Margaret, de doce años, y Mary, de cinco años, así como con su hermano Henry.

Arthur:

Hablando de la tumba de Catalina/Catherine...

...la tradición dice que una mujer fue enterrada cerca de la reina cuando le llegó su hora. Es una mujer fascinante, de la que nunca he podido encontrar un retrato. Pero me encanta.

La primera damita que tuvo Catalina se llamaba María de Rojas. Había acompañado a Catalina en el viaje de España a Inglaterra, siendo casi tan joven como su señora. Seguramente, María de Rojas era muy bonita, pues enseguida empezó a ser cortejada nada menos que por el conde de Derby. Pero hubo alguien que se interpuso en el floreciente idilio: la estricta y algo histérica dueña de Catalina, doña Elvira Manuel. Al parecer, doña Elvira tenía sus propios planes, que consistían en obtener a María de Rojas como esposa para su hijo, Íñigo. No está muy claro qué sucedió, pero, al final, María de Rojas volvió a España alrededor de 1503. Ya en España, se casaría con un aristócrata: Álvaro de Mendoza y Guzmán.

Pues bien...para reemplazar a María de Rojas junto a Catalina, se envió rápidamente a Inglaterra a una prima de la joven. Se llamaba también María, María de Salinas. Existen dudas respecto a su ascendencia. Algunos la suponen hija de don Martín de Salinas y doña Josefa González. Otros la consideran hija de don Juan de Salinas y doña Inés Albernos. El caso es que María de Salinas tenía un excelente carácter. Sabía hacer gala de tacto y diplomacia, algo que hacía falta para limar asperezas en el entorno de Catalina.

María de Salinas estaba destinada a convertirse en la mejor y más querida amiga de Catalina. Prosperó en Inglaterra, durante el reinado de Henry VIII y Catalina: se casó con William, barón Willoughby de Eresby, uno de los cortesanos preferidos por el rey. Para que disfrutasen de la luna de miel, William y la flamante lady María dispusieron del palacio de Greenwich; paralelamente, por decisión de Catalina, se les había hecho donación de una rica propiedad llamada Grimsthorpe, en el Linconshire, mientras que la novia aportaba una dote de más de mil marcos (una suma considerablemente elevada en la época). Las muestras se favor no cesaron ahí. Los Willoughby de Eresby mantenían una posición elevada en la corte. El propio Henry apreciaba a lady María, la dama de Catalina, hasta el punto de llamar "Mary Willoughby" a uno de sus queridos barcos de guerra.

Lady Willoughby de Eresby fue literalmente obligada a abandonar el servicio de Catalina en 1532, cuando se produjo la caída en desgracia de la reina. Pero eso no la amilanó, en absoluto. Siguió intercambiando correspondencia con su señora, a la cual mantenía informada del estado de la jovencísima princesa Mary, a la que su madre, Catalina, no podía visitar ni recibir. Al enterarse de que Catalina estaba enferma, María de Salinas, lady Willoughby de Eresby, ideó una estratagema: salió en carruaje con su séquito y, oh casualidad, una rueda de su coche se rompió en las cercanías del castillo de Kimbolton, dónde estaba Catalina confinada. Los guardianes de Kimbolton no se atrevieron a negarle hospitalidad a lady Willoughby de Eresby, pues una de las hijas de ésta, Katherine (llamada así en honor a la reina) era, a la sazón, la esposa de Charles Brandon duque de Suffolk, viudo de Mary Tudor, hermana pequeña de Henry.

Catalina tuvo la inmensa dicha de morir en brazos de María de Salinas.

Cuánto más leo sobre la buena reina Catalina, más aversión siento por la diabólica Boleyn. Menos mal que ella pagó en este mundo y no en el otro todas sus maldades...

Yo adoro a Catalina...pero no me cae mal Anne Boleyn. Sinceramente, Anne Boleyn sólo fue, en un principio, una muchacha alegre y radiante que, recien llegada de la corte francesa y habiéndole pillado el punto a la corte inglesa, únicamente quería casarse con su gran amor: Henry lord Percy, hijo del poderoso conde de Northumberland. Pero se dió la circunstancia de que Henry lord Percy estaba adscrito a la casa del cardenal Wolsey, quien enseguida captó que su pupilo mantenía una relación muy seria con Anne Boleyn. Resultaba que Anne Boleyn era "muy poquita cosa" para el hijo heredero de Northumberland. Wolsey mandó recado, para que acudiese urgentemente, al conde de Northumberland. Entre los dos, metieron rápido en vereda al chico. Él, sinceramente enamorado de Anne, hubo de contraer un ventajoso matrimonio con Mary Talbot, cuyo padre era el también destacado conde de Shrewsbury.

Anne se quedó con heridas graves en el corazón...y en el orgullo. La habían tratado como si no valiese nada, recordándole que su padre pertenecía a una familia advenediza y que sólo poseía no sólo nobleza sino alguna gotita de sangre regia a través de su madre; carecía de pedigree y de fortuna, lo que la hacía "insignificante". Hubo de retirarse un tiempo a Hever, el castillo de los Boleyn, a recomponerse mientras la corte se olvidaba del episodio Percy. Aquella experiencia la hizo más resistente...y más dura.

Cuando el rey Henry se encaprichó de ella, sus parientes fueron los empeñados en pillar la ocasión al vuelo. La hermana mayor de Anne, Mary, se había hecho una mala reputación en la corte francesa, en la que, entre otros, había tenido por amante esporádico, al parecer, al rey François; en Inglaterra, había sido amante, por un breve lapso de tiempo, de Henry. Pero Mary Boleyn, aunque muy hermosa, no logró retener la atención de Henry, lo que frustró las expectativas de su padre, Thomas Boleyn. Al infatuarse Henry con Anne, los Boleyn percibieron que se les ofrecía una nueva oportunidad de consolidarse y medrar. Anne debía resistirse lo suficiente para acrecentar al máximo la pasión real...y después ceder. Se hubiese convertido en una maîtresse...y quizá hubiese podido proporcionar un hijo ilegítimo tan querido por el rey como lo era Henry duque de Richmond, el niño que le había dado Elizabeth "Bessie" Blount.

Pero Anne tuvo redaños. Se rebeló contra esa situación. No quería ser una más entre las mujeres que compartían el lecho de Henry. No quería que se la descartase de la manera en que se había descartado a Bessie Blount o a su propia hermana Mary. Jugó con habilidad sus bazas...aprovechó a su favor las debilidades de su enamorado...y logró lo que ninguna otra había logrado previamente.

Las circunstancias situaron a Catalina y Anne frente a frente, enemigas irreconciliables desde el momento en que la segunda aspiraba a ocupar el lugar de la primera. Pero Anne no me cae mal, nada mal. Demostró capacidad para elevarse por encima de lo que le correspondía.

Un cuadro representando a Henry y a Anne Boleyn de cacería. La forma en que el rey observa a la dama es harto elocuente...

Por elevarse por encima de lo que le correspondía peor fue su caída. A propósito querida Minnie ¿has leído la biografía que le dedicó Carolly Erikson a Ana Bolena? Sin dejar de observar sus defectos la trata con gran calidad humana. Esta autora me gusta mucho por la extraordinaria biografía que escribió sobre la figura de María I Tudor, esa otra figura atormentada y usada por su primo y por su sobrino...

No, hernan, no la he leído. Aunque he leído bastante sobre Anne Boleyn...me falta esa biografía. Ahora, tu recomendación me anima a comprármela. Pasa a mi lista de "libros para adquirir"

Lo cierto es que el único culpable en esta historia sería, desde mi punto de vista, Henry. Había crecido demasiado consentido, mimado y pagado de sí mismo. Su tolerancia a la frustración era igual a cero, lo que quería lo tomaba; pero, eso sí, previamente hacia cuadrar los dictados de su conciencia con sus deseos. Fue él quien maltrató a Catalina, sólo porque ella ya era una mujer madura, prematuramente avejentada, de la que no se podía esperar el milagro de un hijo varón. De paso, sometió a una durísima prueba a la hija que habían tenido en común, Mary. La misma Mary de la que había dicho, orgulloso, que era la más valiosa perla de su reino. Y fíjate...

Luego, cuando Anne cayó en desgracia, no le importó que se la sometiese a un juicio espeluznante, basado en acusaciones falsas y con una sentencia que se conocía de antemano. Anne tenía que morir, ni más ni menos. Entre tanto, él cortejaba a Jane Seymour. A la pequeña Elizabeth, la hija de Anne, se la declaró bastarda con tanta alegría como se había usado previamente con su medio hermana Mary.

En resumen...nada ni nadie podía interponerse entre Henry y sus sueños dinásticos. Ni mujeres, ni hijas.

Todas son víctimas.

El Sábado en "El Mundo" publicaron un árticulo interesantísimo sobre Catalina de Aragón, supongo que ya lo habeis leido, merece la pena. Por cierto dicen que es una de las Reinas favoritas de los ingleses.