Aunque los daneses ya habían acogido con los brazos abiertos a Henrik, éste conquistó a todos con las palabras que ofreció a los invitados y a Margarita.
Tras la primera parte de su discurso, en la que agradeció a sus padres su educación, cambió repentinamente al danés. Y fue tan perfecto que los daneses quedaron asombrados. Henrik y su profesor de danés habían cuidado con mimo cada una de sus palabras.
"Vine de una tierra de flores a un jardín floreciente -lilas y varas de oro, saúcos y peonias-, flores en los parques, en los campos y en los bosques, flores al borde de las zanjas. Pero la chica era el adorno más hermoso del jardín".
Sus palabras provocaron que varias de las presentes sacaran sus pañuelos, incluida la esposa del Primer Ministro, Helle Virkner. Semejante discurso hizo creer inmediatamente a los daneses que el nuevo príncipe ya hablaba danés. Pero eso estaba lejos de la realidad, aprender el idioma costó lo suyo. El propio Henrik lo reveló después. En el libro "Enegænger" explicó con franqueza muchos años después cómo llegó a hablar tan bien el danés.
"En los seis meses transcurridos desde el compromiso, aprendí danés utilizando el método de "repetir lo mismo". Había practicado tanto mi discurso que la gente pensaba que hablaba un danés brillante. Definitivamente, este no era el caso".
Esto decepcionó a los daneses, como pronto descubrieron los recién casados, al regresar de su luna de miel. No gustó que el danés del Príncipe no fluyera tan bien como en el discurso de la boda. Henrik tuvo que soportar críticas implacables -y clasistas- por ser "demasiado francés". Su vestimenta era criticada por "sofisticada" y "demasiado formal".
También el propio Henrik comentó en el libro "Prince Henrik - Fate Obliges":
"El peor error que cometí fue no cambiar mis hábitos y aprender a hablar danés lo suficientemente rápido, lo que confundió y sorprendió al país. Todo lo que hacía era incómodo o inapropiado. Nada encontraba el favor del pueblo".Tampoco gustaron sus aficiones, pues prefería jugar al tenis o practicar vela, cuando el deporte favorito de los daneses era el fútbol, deporte por el que Henrik no mostraba mucho entusiasmo.
Aunque las críticas hirieron profundamente a Henrik y preocuparon a la Corte, siguió siendo fiel a su esencia. Tanto que finalmente los daneses supieron admirarle.