Otros retratos de Cecilia de Suecia:


En 1830, Cecilia tenía veintitrés años. Uno puede caer en la tentación de preguntarse cómo es que esa joven pudo estar conforme con casarse con Paul Friedrich August, de cuarenta y siete años, dos veces viudo, tres veces padre. Pero es probable que muchos factores influyesen en Cecilia, que estuvo decididamente resuelta a intercambiar votos después de un encuentro con su maduro pretendiente de algo más de una hora de duración. Para empezar, Cecilia era una princesa Vasa cuyos padres, Gustav III de Suecia y su esposa la reina Friederike, nacida princesa de Baden, habían sido desposeídos de sus tronos, enviados al exilio, allá por el año 1809. Cecilia, de dos añitos en aquel entonces, probablemente no habrá guardado recuerdos de su breve etapa de hija de soberanos en Estocolmo. Pero siempre tuvo aguda conciencia de ser la hija de un monarca sin trono que había tratado de congraciarse consigo mismo largándose a Suiza, a Saint Gallen, después de haberse divorciado de su mujer Friederike en 1812. En Saint Gallen, tuvo varias amantes de larga duración, algunas bastante avariciosas...
Friederike se estableció en Baden, dónde gobernaba su familia, con sus hijos...Gustav (el que hubiera estado destinado a ser Gustav IV), Sophia Wilhelmina, Amelia y Cecilia. Al parecer, la divorciada Friederike, que enviaba dinero a escondidas a su ex marido, rechazó ventajosas propuestas matrimoniales, dedicándose a viajar de un lado a otro. Se rumoreaba que mantenía una aventura con el tutor de su hijo Gustav, a quien soñaba con ver algún día entronizado en Suecia, razón por la cual sostenía correspondencia con su suegra y una tía política, que se hallaban en Estocolmo. Gustav, no obstante, acabaría haciendose una carrera en Viena, como oficial del ejército imperial generosamente patrocinado por el emperador Francis I, cuya cuarta esposa, la buena emperatriz Karoline Augusta, era una sobrina carnal de Friederike.
Fue en Viena dónde Cecilia, la hija pequeña de Friederike, se casó con Paul Friedrich August. Es probable que ese hombre le sugiriese una imagen de futura estabilidad, de segura permanencia. Asimismo, la posición de gran duquesa de Oldenburg debía resultar un aliciente sustancial para esa princesa de los Vasa que habían perdido su reino escandinavo. Cecilia era una mujer culta y con fuerte predisposición a las artes, en particular a la música. En Oldenburg podía representar un papel socialmente activo y un intenso mecenazgo. Todo eso debió inclinar la balanza rápidamente a favor de Paul Friedrich August...