El tamaño y la resolución no son para tirar cohetes, pero la foto es interesante. Muestra a una Charly en su apogeo posando con sus primos británicos Eddie duque de Clarence y Georgie, los hijos de los príncipes de Gales. Ya sabéis que Eddie (Albert Victor) se malogró y Georgie, de rebote, llegaría a ser con el tiempo el rey George V.

Cuánto más leo acerca de Charly, más me convenzo de que era la versión Hohenzollern de la diosa de la discordia de los griegos. Esa mujer se dedicaba a tiempo completo a ir de un lado a otro embrollando las cosas a través de ataques muy maliciosos, seguida de cerca por un marido que parecía un perrito faldero.
Resulta francamente descorazonador leer las cartas que Vicky remitió a su madre la reina Victoria al poco de quedarse viuda de Fritz. Vicky había amado sinceramente a su marido, con quien compartió décadas de una existencia en común bastante feliz en su conjunto; la muerte de él, provocada por un cáncer de laringe, cuando llevaba poco más de tres meses en el trono imperial, representó, comprensiblemente, un durísimo golpe para Vicky. Ella era consciente de que no tenía una relación positiva con sus hijos mayores, Wilhelm (que se convertía en kaiser con veintinueve arrogantes y pomposos años), Charly y Heinrich "Henry", pero quizá esperó que, en el shock por la pérdida prematura de Fritz, la tratarían con cierta consideración. Pero no hubo ni pizca de compasión o piedad hacia la reciente viuda. En sus misivas a la reina Victoria, asoma una Vicky completamente desengañada y dolorida. Había tres emperatrices vivas: la emperatriz Augusta, viuda de Wilhelm I; la propia Vicky, viuda de Friedrich III y Dona, la esposa de Wilhelm II. Pues bien: Vicky se encontró completamente relegada en favor de Augusta y de Dona. Ella misma admitía que no le importaba tener que ceder ante Augusta, que era su anciana suegra, a la que por ese motivo debía manifestar la adecuada cortesía pública y privada, pero que le hería en lo hondo la prepotencia con la que la trataba Dona, antaño una insignificante princesa de Schleswig-Holstein. El asunto no se relacionaba meramente con el trato dispensado en el aspecto de la etiqueta palaciega, sino también con los recursos asignados. Vicky hubo de reducir a una mínima expresión su casa: se quedó con un hofmarschall (el barón von Reischach), un oberhofmeister (el conde von Seckendorff), una dama de compañía principal (Hedvig condesa von Brühl) y dos damas de compañía secundarias, punto final. Eso íba acorde con unos ingresos muy pero muy menguados, seiscientos mil marcos anuales. No daban para vivir como vivía la suegra Augusta en Babelsberg, dónde recibía una visita diaria de cumplido del nieto Wilhelm II, que nunca tenía tiempo ni ganas de pasarse a ver a Vicky, a la que sólo le quedaban sus tres hijas menores...Moretta, Sossy y Mossy.