Foro DINASTÍAS | La Realeza a Través de los Siglos.

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 04 Mar 2016 07:58 
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Todo este extraordinario post tiene el sello definitorio de Iselen (love) es ameno de una lectura sencilla y a la vez rigurosa e informada es un hilo que sigo con pasión :love: :love: mas tratandose de Venecia :DD

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Ils ne passseront pas!


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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 04 Mar 2016 20:49 
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:lol: :lol: :lol: :lol: gracias a todos, sois más majos... :love:

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 05 Mar 2016 00:38 
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Si en el año 829 había dos comerciantes venecianos en Alejandría birlando el cuerpo de San Marcos quiere decir que en el 829 Venecia hacía negocios con todo el Mediterráneo sin mayor dificultad, galera va, galera viene.

Inciso: ¿dónde estábamos nosotros entonces? Pues veréis, en Asturias reinaba Alfonso II el Casto y el 8 de septiembre de ese mismo año ordena la construcción de una iglesia en honor a Santiago Apóstol poco después del descubrimiento de su tumba. En al-Andalus gobernaba el segundo emir independiente, Hisham I hijo de Abderramán I, y en Zaragoza Musa Ibn Musa, de los Banu Qasi de toda la vida, cuyo hermanastro (hijo del primer matrimonio de su madre) era Iñigo Arista, quien justo pocos años antes había sido nombrado rey de Pamplona, aunque no creo que gobernase gran cosa entre las revueltas de los partidarios del rey franco Luis el Piadoso y la verdadera fuerza de la región que era su padrastro y su medio hermano. Los Arista siempre fueron un poco “monigotes” de los Banu Qasi y, a través de ellos, de al-Andalus. El reino de Aragón ni está, ni se le espera, hasta dentro de muchos años (en el 829 apenas hacía 20 años que era más o menos independiente dentro de la Marca Hispánica), pero el conde García Galíndez “el Malo” se perfila como hombre fuerte de la zona gracias a su alianza con Pamplona y Zaragoza. Los condados catalanes son un batiburrillo, cada uno a su bola y a su ritmo, pero el importante era Urgel que tiene dinastía propia y más o menos libre de hacer su voluntad sin interferencias francas desde el 815 (en Barcelona gobernaba Bernardo de Septimania, que era hijo del conde de Tolosa así que los franceses mandaban)

Pues mientras todo eso pasa en la Península, los venecianos ya tenían una ciudad “cosmopolita” con una situación estratégica privilegiada. El mercado de Torcello hervía de actividad, como 100 años después lo hará el de Rialto, ya que los nuevos ricos pagaban gustosamente por objetos de lujo y otras comodidades. La mayoría de las cosas eran producidas en las zonas cercanas de Europa y transportadas por los ríos hasta la laguna, sobre todo comida y madera, que se intercambiaba como hemos dicho por sal y pescado. Toda esa mercancía eran cargada por un empresario intrépido en un navío y navegaba camino del Adriático y el resto del Mediterráneo en busca de beneficio. Una vez entrase en el mar Jónico, torcería a la izquierda casi seguro porque los venecianos estaban más interesados en los mercados bizantinos que en los nuestros (francamente, viendo cómo estaba el percal en el sur de Francia y las costas hispanas, con todos zurrándose contra todos, mucho beneficio no iban a encontrar.) El Imperio Bizantino era cómodo, seguro y fácil, rico y lujoso en sus productos, y esas cosas tenían gran demanda entre los patricios venecianos.

Ese ciclo de compra-venta, con la República ejerciendo de nexo entre Europa y el Oriente, es lo que hizo ricas a muchas familias. Venecia era el paraíso de los hombres de negocios, el sueño americano casi mil años antes de la fundación de los EE.UU, un lugar donde las fortunas se creaban espectacularmente en un golpe de suerte comercial… y seguramente se perdían. Los siglos IX y X se caracterizaron por más comercio, más riqueza, más gente que llegaba a la laguna, más poder concentrado en este puñado de islas. ¿Su secreto? Comprar barato y vender caro, así de sencillo. Como fórmula del éxito no es que sea original, pero los venecianos la llevaron a cabo cumplidamente. Y el factor crucial del asunto estaba en la seguridad de la navegación por el Adriático, una obsesión para los dogos y los patricios desde el principio. Mientras los bizantinos patrullaban las aguas todo era miel sobre hojuelas. El problema llegó en el siglo IX, cuando los emperadores perdieron el pulso contra los árabes y además se vieron inmersos en una serie de escándalos personales (rebeliones, asesinatos), además de todo el asunto del debate iconoclasta que, no os engañéis, en el fondo tenía muy poco que ver con prohibir las imágenes religiosas y más que ver con un enfrentamiento interno del patriarcado contra los monasterios, que concentraban demasiado poder e influencia para su gusto. Lo de siempre, con la Iglesia hemos topado.

Entre el año 829 y el 842, el emperador Teófilo

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Hizo lo que pudo por eliminar la corrupción y opresión a la que sus funcionarios sometían a la población y administró justicia con estricta imparcialidad. El comercio, la industria y las finanzas del Imperio vivieron una de sus mejores épocas, en gran medida gracias a la muy eficiente administración del tesoro, pero militarmente para el extremo occidental del Imperio fue un desastre y perdió las ciudades de Palermo y Siracusa en Sicilia mientras se enfrentaba a los califas de Bagdag. Por cierto, otro inciso, la conquista de Sicilia por los árabes tardó mucho en completarse (los sicilianos son cabezotas y no aceptan que los avasallen fácilmente) pero por estas fechas se dio uno de sus episodios más curiosos. En el año 826 el almirante Eufemio de Mesina, que a la sazón era el comandante de la flota bizantina de Sicilia, forzó a una monja llamada Omonisa a casarse con él. El emperador Miguel II el Tartamudo, padre de Teófilo, tomó cartas en el asunto y ordenó a su general en Sicilia, un tal Constantino, que deshiciera tal matrimonio ilícito y que castigara a Eufemio cortándole la nariz. Eufemio se rebeló, asesinó a Constantino y ocupó la capital, Siracusa, pero poco después fue derrotado y huyó al Norte de África. En Ifriqiya Eufemio de Mesina ofreció el gobierno de la isla a Abú Mohamed Ziyadat Alá I, facilitando así la invasión árabe de Sicilia y Malta. Ya tenía que ser guapa la monja para provocar tal estropicio.

El caso es que hacia el 830 la navegación por el Adriático se volvió imposible con los árabes tocando las narices por un lado y los piratas eslavos por otro, quienes desde las cotas croatas se habían olido la debilidad del Imperio. Los venecianos llegaron a la triste conclusión de que, o patrullaban ellos mismos, o la situación para el comercio se volvería intolerable. Así el Adriático pasó a llamarse el Mar de Venecia.

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 05 Mar 2016 00:48 
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Por suerte los habitantes se vieron bendecidos durante esos años con un poco de estabilidad en la parte que les tocaba a los dogos. Pietro Tradonico reinó de del 836 al 864, bastante más que cualquiera de sus antecesores en el cargo. Era iletrado, pero un buen guerrero, y le dio lo suyo a piratas musulmanes y eslavos por igual. Como los anteriores dogos, intentó asociar a su hijo al poder y así establecer un dogado hereditario pero, igual que todos, fracasó al morir su hijo en el 863. Eso debilitó su oposición frente a sus principales enemigos, la familia Partecipazio, y una tarde al salir de misa en San Zaccaria fue rodeado y asesinado. Sus sirvientes y leales se encerraron en el palacio del Dux para intentar frustrar el golpe de Estado mientras la ciudad se entregaba a la violencia entre los partidarios de unos y otros. Evidentemente en Venecia siempre existía cierto rechazo a la idea de una familia monopolizando el poder, sobre todo porque las nuevas familias prósperas también querían tener su parte del pastel, sin embargo el asesinato a sangre fría de un anciano que, quisieran o no, les había mantenido relativamente limpio el Adriático quizá era pasarse un poco. Según fueron pasando los días, el sentimiento popular se volvió en contra de los conspiradores que fueron capturados, ejecutados o exiliados. El arengo, la asamblea popular que no era más que una muchedumbre de varones ruidosos que se reunía en un campo que algún día se convertiría en la plaza de San Marcos, eligió a Orso I Partecipazio como Dogo. Esta elección era una apuesta por la estabilidad en la forma de una familia antigua y asentada en la ciudad, una forma de decirle a los nuevos ricos que ambicionar el poder está bien pero que fastidiar los negocios de los demás con subidones de violencia en el fondo no beneficia a nadie.

El nuevo dogo, que cambió el apellido Partecipazio de la familia por el Badoer, nombre que sonaba más bizantino y recordaba a la ciudadanía que estaba casado con una sobrina del emperador Basilio I, se mantuvo ocupado con los piratas de todo origen y condición. También asoció a su hijo al poder e inauguró la costumbre de los gobernantes de nombrar a su hija abadesa de San Zaccaria, prestigioso y rico convento que garantizaba a estas chicas un lugar preponderante en la sociedad.

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Parece ser que fue idea suya sustituir a los antiguos tribunos por jueces, cuyo cargos eran electos y debían firmar todos los documentos que pasaban por manos del dogo, con lo que en la práctica ejercían cierto control para que no se desmanasen en sus ansias de poder. Esto es importante, el hecho de que en Venecia exista una casta de funcionarios letrados, funcionarios civiles. En cualquier otra corte europea, las tareas de estos jueces estaban en manos de clérigos pero no aquí, en la República existe una separación Iglesia-Estado que aún no se daba en ningún otro lugar.

El dogo Giovanni Badoer, hijo del anterior, gobernó entre el 881 y el 888, mantuvo firmes las riendas hasta que su salud falló. Fue entonces elegido para el cargo Pietro Candiano, un matón con mucho empuje que juró detener de una vez para siempre a los piratas. De hecho lo consiguió, porque tras su intervención en la costa dálmata pasó un tiempo sin que se oyese hablar de piratería, por desgracia el dogo murió en esta guerra, el primero muerto en combate por la Serenísima. Y es una suerte que los frenase porque a lo lejos otro peligro se perfilaba, esta vez desde tierra firme: los magiares, ni cristianos ni romanizados sino bárbaros feroces que lo arrasaban todo a su paso. ¿Os suena el tipo? Sí, los europeos de entonces también los identificaron con los hunos de Atila y por eso al lugar donde se asentaron lo llamaron HUNgría.

Hacia el 899 los magiares controlaban el norte de Italia y las ciudades periféricas de la laguna, como Eraclea, Treviso o Padua, estaban siendo atacadas. Una vez que no pudieron seguir por tierra firme se hicieron con Chioggia y remontaron Pellestrina, es decir, iban siguiendo los pasos del rey franco Pipino. Como él, asaltaron Malamocco y ahí fue donde, habiendo aprendido la lección anterior, las fortificaciones de los venecianos en la isla los frenaron. Fue una tremenda victoria ya que estos bárbaros habían pateado el trasero del mismísimo emperador carolingio, pero nunca amenazaron seriamente la capital de Rialto. Por si las moscas, después de expulsarlos, los sucesivos dogos se aseguraron de cuidar esas fortificaciones del sur e incluso de reforzarlas.

Mapa de Bordone de 1528, el más antiguo en representar toda la laguna.

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Las décadas siguientes fueron prósperas y relativamente pacíficas, con alternancia de Badoers y Candianos en el dogado. Fue la época en la que creció el número de construcciones en la ciudad y también se establecieron acuerdos de comercio en todo el este del Mediterráneo. Las patrullas garantizaban la seguridad de la navegación para los venecianos pero también para los marineros de cualquier otra nacionalidad que llevasen sus productos al mercado de Rialto. Es curioso que siendo Oriente el lugar donde siempre tenían puesto el ojo, fuese el Imperio de Occidente el que los amenazase con un nuevo sistema social que afectaría a su gobierno: el feudalismo.

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 05 Mar 2016 00:54 
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La puerta de entrada fue Pietro IV Candiano (959-976), el hijo del dogo Pietro III, quien había asociado a su hijo al poder pero que al parecer estaba viviendo más de la cuenta para el gusto del vástago, ansioso de pillar cacho en palacio. Además papá era partidario de una política neutral como siempre había sido la de Venecia, mientras que el nene formaba parte de la facción que no veía con malos ojos la forma de vida de los barones feudales del norte de la península ni la interferencia del papado, del rey Berengario II de Italia o del emperador Otón I, en los asuntos ciudadanos si fuera o fuese menester. El feudalismo puro, con sus tres estamentos y todo, estaba ya asentado en Europa (menos en España, donde existían los infanzones y los ciudadanos libres de frontera, a causa de la Reconquista) pero no había nada semejante en la laguna, principalmente porque la base de todo el asunto era la propiedad de la tierra, y tierra era precisamente lo que los venecianos no tenían. Lo ciudadanos de la Serenísima eran capitalistas y lo suyo era manejar activo líquido y no necesitaban sostener un ejército compuesto por vasallos, les bastaba con una buena marina y unos buenos barcos que salían de los impuestos de las transacciones comerciales. Muy moderno todo para lo usual en la alta Edad Media.

No sé si lo de Pietro fue un asunto de hambre de poder, o de verdad se vio seducido por la forma de vida militar, por la idea de lealtad a una figura real y no a una causa como el comercio, por la destreza de los caballeros o por su independencia. En cualquier caso preparó un golpe de Estado contra su padre en 950 y falló espectacularmente. Los venecianos querían su cabeza, pero su padre suplicó por la vida de su hijo, y al final se conformaron con exiliarlo. Como era previsible fue a refugiarse con sus amigos feudales, con el rey Berengario de Italia de hecho, a quien sirvió como general de ejército con buena fortuna para ser sinceros. En agradecimiento, su señor le permitió reclutar una compañía propia para luchar contra Venecia y, como conocía bien a su enemigo, se dedicó a atacar a cualquier navío que remontase el Po o cualquiera que se dirigiera hacia los puertos del Adriático. Por si fuera poco, algún tipo de epidemia masacró a la población, incluido al pobre dogo que falleció con el corazón roto por las acciones de su hijo contra su ciudad natal. Por razones no del todo claras, el arengo eligió como nuevo dogo precisamente al joven Pietro, el pirata traidor, quizá precisamente para que dejase de atacar sus barcos.

Pero el Pietro que entró en el palacio ducal no era el mismo rebelde impetuoso que lo había dejado antes. En su aspecto, en sus gestos, en su forma de hablar y actuar, este hombre era un barón feudal, no un dogo al uso. Inmediatamente hizo uso de su título para conseguirse una esposa de postín: Waldrada, la hermana del marqués de Toscana y pariente del mismísimo Otón, a través de su madre Willa que era prima del Emperador. Para ello, claro está, tenía que deshacerse de su anterior esposa e hijo, una minucia sin importancia. Giovanniccia, con quien había contraído matrimonio en medio del escándalo en el 959 ya que era divorciada ella misma, fue obligada a profesar en el convento de San Zaccaria y el niño Vitale, tonsurado a la fuerza, en un monasterio. La nueva esposa germana, riquísima, aportó al dogo tierras en Treviso y Fruli pero, sobre todo, aportó una milicia privada que sólo respondía ante Pietro y que acompañaba a los esposos cada vez que salían del palacio.

A los venecianos les pareció que el Imperio de Occidente había tomado por matrimonio lo que nunca pudieron lograr por la fuerza y el descontento creció entre la población, jaleados sobre todo por la familia Morosini. En el 976 la guerra estalló en los canales y las calles, tras quedar claro que el nuevo dogo sólo favorecía los tratos comerciales con sus aliados del continente mientras que reservaba los puestos clave del gobierno de Venecia a sus familiares. El palacio del Dux, con toda su fortificación, y la milicia de su esposa no le sirvieron de mucho a Pietro. El edificio se incendió y las llamas lo consumieron, pasando después a la basílica que, por desgracia, en aquel entonces era en su mayor parte de madera, siendo arrasada junto a la antigua iglesia de San Teodoro y otros 300 edificios. Del cuerpo de san Marcos no quedó ni la ceniza y el dogo fue pasado por la espada, su hijo con la germana fue alanceado siendo un bebé y Waldrada fue enviada de vuelta sana y salva a sus familiares, que una cosa es ser una masa enfervorecida en plena efervescencia, y otra ser tan tontos como para buscarle las cosquillas a Otón cargándose a su prima.

Y una vez más, es curioso como siempre pasa en estos casos, cuando los ánimos se calman la población comienza a ver la rebelión de otra manera. Los comerciantes venecianos deseaban seguridad, estabilidad y orden y, por mucho que les disguste ver los poderes de la República concentrados en una persona, un gobierno predecible y calmado les permitía hacer negocios con facilidad. Y desde luego estaba el asunto de la pérdida del cuerpo del santo patrón, algo que no podían dejar de lamentar. Así que comenzaron a buscar un nuevo dogo con la esperanza de que este no les saliera rana. Su elección, Pietro Orseolo, fue muy inspirada ya que era un hombre respetado por su sabiduría, piedad y servicio al Estado. Cuando lo llamaron el 12 de agosto del 976 estaba a punto de entrar en un monasterio para pasar tranquilo sus últimos años y les costó bastante convencerlo, pero su sentido del deber pudo más. Eso sí, su intención era resolver las cosas deprisa porque en esencia sus planes no habían cambiado. Demostró poseer un gran talento para la administración de la República: en dos años impuso la paz cívica, firmó una tregua con el Emperador Otón II devolviendo la dote de Waldrada, reconstruyó la Basílica de San Marcos, el palacio y los cuarteles. Una vez iniciadas las obras y con los ciudadanos bullendo de optimismo, decidió que su labor había terminado. El 1 de septiembre de 978 desapareció sin dejar rastro. Con un nombre falso, se refugió en el Monasterio de San Miguel de Cuixá en el Rosellón pasando el resto de sus 9 años de vida entregado a la expiación, la penitencia y la oración. En 1027 Pietro Orseolo fue proclamado beato por la Iglesia Católica, en 1731 fue canonizado por la Iglesia y Venecia reclamó tener una reliquia del nuevo santo: se le concedieron 3 pedazos de la pierna derecha hacia el año de 1732. El 7 de enero de 1733, las reliquias fueron depositadas en la Basílica de San Marcos, en una urna de plata.

Orseolo había dejado más tranquila a la ciudadanía pero no había conseguido terminar con la rivalidad entre familias patricias, siendo los peores los Morosini (apoyados por Bizancio) que se enfrentaban a los Coloprinis (apoyados por los germanos). El nuevo dogo, Tribuno Menio o Memmo (979-991), estaba casado con Marina Candiano, la hija de Pietro IV, con lo que era muy rico aunque fuese analfabeto (sabemos qué dogos lo eran porque sólo usaban sello de cera para firmar sus documentos en vez de rubricar de su puño y letra). El caso es que se mantuvo neutral en la disputa entre esos dos clanes e incluso consiguió reunirlos para hacer de testigos en un importante acto: en el año 982, Venecia donó la Isla de los Cipreses (enfrente de la plaza de San Marcos, al otro lado del Bacino) al abad Giovanni Morosini para fundar un nuevo monasterio dedicado a San Jorge, San Giorgio Maggiore. Allí sólo había frutales, un viñedo, un molino y una salina al lado de una pequeña iglesia de madera, hasta que llegaron los benedictinos y lo convirtieron en uno de los monasterios más importantes de Italia entera. La basílica actual es un diseño de Palladio de 1566 (que igual estoy dando por sentado que sabéis quién es porque todos los que hemos estudiado arte conocemos las ventanas palladianas y estamos hartos de encontrarlas por todas partes, pero vamos, que si no os suena pues que sepáis que en el mundo del arte el veneciano Andrea Palladio es un pez gordo de la arquitectura)

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El documento fue firmado el 20 de diciembre de 982 por el dogo, 3 obispos y 131 ciudadanos prominentes, entre ellos los líderes de las dos facciones: Stefano Coloprini y Domenico Morosini. Es importante porque nos da idea de la estructura de poder en Venecia, el número de “hombres buenos” es amplio y nuevos apellidos se unen a los de las familias de toda la vida en la corte del dogo. Precisamente porque tienen dinero nuevo, y no quieren perderlo, estas personas se interesan cada vez más en los asuntos de gobierno y se supone que representan al resto del pueblo veneciano, que estaba demasiado ocupado con sus asuntos de vida diaria como para ocuparse del papeleo burocrático de un gobierno que se hacía más grande cuanto más crecía la República. Las élites se convierten en una fuerza política que buscaban su propio espacio al lado del dogo y acabarán por ser el Gran Consejo de Venecia.

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 05 Mar 2016 20:12 
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Qué buen trabajo. Un placer leerlo, Iselen :-)


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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 05 Mar 2016 20:58 
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:love: Lo estoy siguiendo post a post, que ganas de ir a Venecia :cheerleader: :DD

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 08 Mar 2016 01:59 
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:ooops: :ooops: :ooops: :ooops: gracias a los dos

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 08 Mar 2016 02:04 
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Y así llegamos al cambio de milenio. Las invasiones bárbaras eran apenas un recuerdo puesto que sus protagonistas hacía tiempo que se habían asentado a lo largo de Europa y mezclado con la población local. Los magiares habían llegado del Este, los musulmanes por el Sur y los vikingos un poco por todas partes, pero a estas alturas su presión también había amainado. Centurias de caos se habían evaporado permitiendo a los europeos levantar cabeza. Los Capeto estaban bien aferrados al trono de Francia, el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico se convirtió en la potencia preeminente de Occidente (al menos en teoría, no siempre en la práctica) y mientras los normandos conquistaban Inglaterra, Sicilia y el Sur de Italia. En España íbamos a lo nuestro pero gracias a Sancho el Mayor de Navarra, y luego a su hijo Fernando, empezábamos a dejar de mirarnos el ombligo reconquistador y atender a lo que pasaba al otro lado de los Pirineos.

La Iglesia también se estaba renovando. Una institución que dependía de la disciplina para asegurar que sus clérigos fuesen vistos como baluartes de la fe se había desvirtuado de tal manera que obispos y abades se comportaban y vivían como grandes señores, los puestos de prestigio vendidos al mejor postor. El temor reverencial de la feligresía hacia los pastores de almas comenzó a volverse ácida crítica al verlos convertirse en lobos y la propia Iglesia comprendió que se imponía un cambio para mantener el respeto y la confianza de la gente. La verdad, es este un problema repetitivo al que parecen hacer frente cada cierto tiempo… En fin, la solución la aportó el monasterio de Cluny, la primera institución de Francia, y la reforma benedictina corrió por todo el continente alcanzando al papado a mitad de siglo.

Y así Europa se convirtió en algo nuevo que hoy llamamos Occidente.

Igual que para el resto, las cosas cambiaron para los venecianos. Los conflictos entre facciones se marchitaron durante el dogado de Pietro II Orseolo (991-1008) quien cultivó relaciones amigables con germanos y bizantinos por igual. El mismísimo Otón III era su amigo personal, incluso visitó la ciudad en 1001.

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Por su parte, Basilio II de Bizancio redactó en 992 un edicto que concedía a los comerciantes venecianos una serie de privilegios y exenciones de peaje e impuestos en los puertos imperiales. Así se marca la verdadera independencia de Venecia, ya no una provincia de Constantinopla sino un aliado en igualdad de condiciones. Y en verdad lo era. En el año 1000 el dogo Orseolo lideró una expedición contra los piratas croatas que tenían sus bases en la costa dálmata y básicamente no sólo acabaron con la piratería sino que consiguieron juramentos de lealtad de las ciudades estado, añadiéndose el título de Dogo de Dalmacia a la lista que de los que ostentaba. El Emperador bizantino no sólo consintió sino que ratificó esa designación ya que a sus intereses en la guerra contra los búlgaros les convenía la debilidad de sus aliados corsarios. Cuatro años más tarde, Orseolo dirigió su armada de guerra a Bari, en el sur del Adriático, donde rompió el cerco de las tropas musulmanas.

Inciso para los genealogistas del foro: Pietro II Orseolo era hijo de Pietro I, el que había salido por patas hacia San Miguel de Cuixá tras acabar sus tareas de dogado, y estaba casado con María Candiano, la hija de Vitale Candiano y sobrina del Dogo Pietro IV Candiano. Su hijo mayor murió, de forma que el que heredó el poder fue el segundo llamado Otón, que se casó con una hermana del rey Esteban de Hungría, siendo su hijo Pedro heredero del trono. Hijos de su hijo menor Domenico Orseolo se establecieron en Rávena y se convirtieron en el tallo de la familia Orsini.

Seguimos. Por mucho que los venecianos apoyasen a Bizancio, la realidad es que el Imperio declinaba perdiendo Anatolia a manos de los turcos. En 1071 los normandos conquistaron Bari, la última ciudad que en Italia poseía el Emperador, cosa que a nuestros amigos les puso los pelos de punta. No es que los normandos fuesen una amenaza directa, de momento, pero los venecianos se mosqueaban con cualquier cosa que pudiese comprometer la navegación en el Adriático.

Alejo I

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Pidió ayuda desesperadamente al papa Gregorio VII quien, pese a estar preocupado por la amenaza turca al cristianismo oriental, la verdad es que estaba más ocupado con su Reforma Gregoriana y su pelea personal con el Emperador Enrique IV. Para la economía veneciana, en cambio, la debilidad de Bizancio era una mala noticia. Su sistema de comercio estaba basado en un Adriático pacífico y unos tratos prósperos con Oriente y Roberto Guiscardo era una amenaza (sí, el flamante marido de Sichelgaita de Salerno, una de nuestras Damas Olvidadas) El caso es que Roberto, como buen descendiente vikingo, era un trasero inquieto que nunca se saciaba de conquistas y, tras hacerse con el sur de Italia, lo intentó con Sicilia y luego puso sus ojos en la misma Constantinopla y más tarde, por qué no, en la propia Persia… o sea, que pretendía marcarse un “Alejandro Magno”. Pero, como ya os conté hace tiempo, no era simplemente un bruto con una espada, era el Viscardus, el astuto, por una razón. Así que intentó primero la vía más diplomática casando a su hija Olimpia con el heredero de Miguel VII Ducas, por desgracia destronado poco después por Nicéforo III Botoniato (que no Boniato como he visto escrito por esos mundos de internet) El caso es que el tipo no duró mucho en el trono, lo sustituyó Alejo I quien se beneficiaba a la Emperatriz, pero le había dado a Roberto la excusa perfecta para atacar al Imperio.

Batalla de Durazzo, en la costa de Albania, en octubre de 1081. Aquí los normandos se propusieron hacer militarmente lo que no habían podido hacer a través de la diplomacia del matrimonio: la conquista de Bizancio. Y fue donde su esposa Sichelgaita se calzó armadura completa y lideró a su ala de tropas a la victoria y todo eso que ya os he contado. Pero esta es la historia del ejército que está al otro lado, el de bizantinos y venecianos, que perdieron estrepitosamente.

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A los venecianos no les gustaban nada los normandos, salvajes y amantes de la guerra, es decir, malos para el negocio. De hecho, en 1074 ya habían atacado varias de sus ciudades protegidas en el Adriático siendo frenados por el dogo Domenico Silvio (1070-1085). La armada veneciana aún no era la formidable máquina de guerra que sería siglos después, sino que se componía de una mezcla de naves públicas y privadas: los barcos mercantes transportaban hasta 600 hombres, vituallas y armas hasta 350 toneladas, tenían dos o tres velas latinas y eran maniobradas por remeros. Por otro lado las galeras estaban diseñadas para hacer la guerra, largos navíos con una sola vela latina, con un espolón afilado en la proa para embestir barcos enemigos, diseñada para ser rápida y manejable para los remeros. Todas ellas eran construidas en astilleros privados repartidos por toda la ciudad, antes de existir el Arsenal. Como estos barcos eran fundamentales, los venecianos estaban obsesionados por las maderas finas y Dalmacia y sus bosques se les hacían imprescindibles. Pero ojo, que no llegaban y arrasaban, como os he dicho eran ecologistas al estilo moderno y muy rigurosos en las cuentas de cada árbol que se plantaban o talaban, multando a los que cortaban alegremente.

Alejo Comneno pidió ayuda a Venecia para lo de Durazzo en agosto prometiendo el oro y el moro a cambio de apoyo militar. El dogo Silvio tampoco necesitaba que lo convenciesen de la necesidad de parar los pies a Roberto y enseguida armó una flota impresionante que destrozó a la normanda gracias a su mayor experiencia. Una vez controlado el puerto, pudieron atender las necesidades de la ciudad de Durazzo tras el sitio por un breve tiempo pero los normandos no se rindieron y volvieron a apretar el cerco. La llegada del Emperador de Bizancio en octubre no fue de ayuda, de hecho Alejo fue herido y tuvo que volver a su capital dejando tirados a nuestros amigos de la ciudad flotante. En febrero de 1082 Roberto sobornó a un veneciano que le abrió las puertas de par en par y arrasó la ciudad con una furia nunca vista. Por desgracia para él no pudo disfrutar mucho de su victoria pues hubo de volver a Roma a ayudar al Papa a librarse del Emperador Enrique IV. En su ausencia, los venecianos recuperaron Durazzo en el otoño de 1083 y ocuparon Corfú.

Eso no fue todo, en noviembre de 1084 Roberto Guiscardo salió zumbando a Corfú donde volvían a esperarle bizantinos y venecianos que lo derrotaron en Kassiopi. La victoria fue celebrada por todo lo alto en Venecia, tanto que cuando Roberto se enteró se puso furioso y en enero de 1085, cuando nadie en su sano juicio navegaría, apareció ante las cosas de Corfú tomando a todos por sorpresa. Asesinó e hizo prisioneros, mutiló y demandó rescate a los venecianos por sus familiares, todo con intención se asustarles. Pero sólo consiguió que la República jurase lealtad fieramente al Emperador de Bizancio tras deponer al, ahora considerado, inútil dogo Domenico por Vitale Falier (1085-1096) Buenas noticias fueron que Roberto Guiscardo enfermó en julio de 1085 mientras estaba en Grecia muriendo poco después, y con él la amenaza normanda.

El Emperador Alejo cumplió su promesa, concedió al dogo el título de protosebastos, la jurisdicción sobre Dalmacia y Croacia, un estipendio anual para él, para el patriarca, diezmos para las iglesias y edificios y propiedades en Constantinopla que serían el núcleo del “Barrio Veneciano” de la capital. El Emperador además ofreció a los comerciantes de la República exención total y absoluta de impuestos en todos los puertos. ¿Recordáis la fórmula del éxito? Comprar barato y vender caro… y así es como los establecimientos venecianos por todo Oriente se convirtieron en el duty-free del Mediterráneo, clara ventaja sobre genoveses, pisanos o griegos que los hizo riquísimos. Lo malo es que los residentes de Bizancio empezaron a sentir envidia y resentimiento por tanto favoritismo hacia los que consideraban como unos primos pobres, no bárbaros pero si lo suficientemente occidentales como para ser mal educados y vulgares. Como nuevos ricos no era menos molestos que como “cuasi-extranjeros”. El rencor durará siglos.

A finales del año 1000 no quedaba nada del archipiélago lleno de islas de barro. Unas 50.000 almas vivían en Venecia, la segunda ciudad más poblada de Europa. Más tierra era necesaria, más canales dragados, más pantanos desecados y más casas construidas. Y una nueva basílica.

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 08 Mar 2016 20:45 
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Llegamos al momentazo “Historia del Arte”

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Para construir San Marcos, tercera versión y definitiva de la basílica desde que se fundó la ciudad, canteros, artistas y arquitectos fueron llamados de Constantinopla por el dogo Domenico Contarini. Los planos fueron diseñados de acuerdo al modelo de la iglesia de los Santos Apóstoles de la capital bizantina, ahora perdida pero que fue panteón de los emperadores. No lo tuvieron fácil ya que San Marcos es probablemente el primer templo de piedra construido en la ciudad, por la sencilla razón de que no es fácil levantar muros que soporten cúpulas en islas de arena y barro. En cualquier caso parece que la estructura básica estaba completada en 1070 porque el dogo Domenico Silvo fue capaz de coronarse dentro de ella, o de la parte que ya tuviese tejado por entonces. Fue Silvo el que ordenó a los comerciantes venecianos que, de la que hacían negocios por aquí y por allá en el Mediterráneo, estuviesen atentos a las ofertas en mármoles y piedras bonitas y que, si encontraban algo que les gustase, hiciesen un hueco en sus navíos para llevarlo a la ciudad y contribuir a la construcción. También dio la aprobación al programa temático de los mosaicos.

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La fecha en la que se terminan las obras en un edificio de estas características siempre es difícil de precisar, igual que una catedral gótica siempre hay algún trabajo en progreso y la cosa dura siglos, pero la fecha que se toma por válida es el 1094, durante el dogado de Vitale Falier, quien está enterrado en su atrio. Se le concedió ese privilegio porque el dogo Falier solucionó un serio problema que afligía a la ciudad y es que veréis… tenemos riqueza, tenemos poder, tenemos barcos, tenemos negocios, tenemos república, tenemos palacio ducal, tenemos una ciudad flotando en una laguna y tenemos basílica… lo que no tenemos es santo que enterrar en ella. Si recordáis, el cuerpo de San Marcos se hizo ceniza el día que la basílica ardió en 976 y como comprenderéis eso es un problema gordo. De hecho, para nuestras mentes del siglo XXI sería un problema que no tendría solución, pero eso es porque no pensáis a lo medieval, un tiempo en el que los milagros existen y todo lo que sucede es porque Dios lo quiere e interviene directamente en las vidas de los hombres, así que si el Todopoderoso ha decidido preservar el cuerpo del santo para darle con el gusto a los venecianos ¿quiénes somos nosotros, pobres pecadores, para contradecirle? :XD:

La historia de cómo se reencontró a San Marcos justo cuando se terminó su iglesia no está muy clara. La versión más extendida nos muestra al dogo, a los patricios y a los ciudadanos rezando con fervor por la vuelta del cuerpo de su patrón cuando, de repente, se cayó un trozo de yeso de una columna o de una pared y ecco qua: el brazo del santo saludando al personal. Algunos dicen que el cuerpo entero pero en la mayoría de las versiones sólo un brazo, se ve que la aparición del santo al completo detrás de una pared sonaba menos creíble (y más asqueroso, qué yuyu :eyes: ) Y aquí el mosaico que relata cómo lo trasladaron a la cripta (el tipo de la derecha vestido de dorado es el dogo Falier)

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y la cripta misma que se supone es la zona más antigua que se conserva de Venecia porque tiene restos de la cripta original de 829

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 08 Mar 2016 20:49 
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Sobre esa cripta se realizó un complejo de pilares de cuatro caras gigantescos que sostienen cinco cúpulas con ventanales en la base (en los 4 brazos de la cruz griega y en el centro) Si os fijáis en la planta, al final es el mismo módulo pilares+arcos+cúpula repetidos 5 veces y pegados entre sí.

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Más adelante se le añadió la estructura de atrios abovedados y con cúpulas (en color más claro en la foto de la planta) que se llama nártex, forrado con mármoles y columnas del saqueo de Constantinopla de 1204, y que esconde a la vista la fachada original (como en Santiago de Compostela)

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La parte de la cabecera con ábsides sí mantiene el aspecto original mientras que las tribunas del interior fueron demolidas o reducidas de tamaño tras un seísmo en 1222 y un incendio en 1231. Las ventanas se cerraron para hacer más espacio a los mosaicos dorados.

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¿Veis en las tribunas (el balcón que recorre la iglesia) esas placas de piedra que las cierran a modo de barandilla o parapeto o “la cosa para no caerse”, como queráis llamarlo? A esas placas en Asturias, de toda la vida de Dios, las hemos llamado placas de cancel de iconostasio, como los que hay en Santa Cristina de Lena, muchas de ellas losas funerarias antiguas o visigodas reaprovechadas en edificios posteriores. Pues aquí pasa lo mismo, esas placas usadas de barandilla son muy antiguas, algunas incluso paleocristianas traídas del continente o de los siglos VIII y IX, es decir, contemporáneas a la fundación de la ciudad. Lo que pasa que los italianos no las llaman placas de cancel sino plúteos. Palabra nueva que habéis aprendido hoy. :thumbup:

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En cuanto a los mosaicos pues la verdad, si os los explico por lo menudo me eternizo. Además se tardó mucho en cubrirla toda. A mediados del siglo XII había pocos: Virgen y Apóstoles en el portal de entrada, las figuras del ábside, un Pantocrátor (el actual es de 1506) y los santos patronos Marcos y Teodoro con algunas escenas de su historia. Son de estilo conservador y obviamente orientales. En los siglos XII y XIII se decoraron las cúpulas con temas como la Ascensión o Pentecostés donde los maestros griegos colaboran con otros que son genuinamente venecianos. Se pueden distinguir los distintos talleres por sus semejanzas estilísticas, por ejemplo los autores de las figuras de Arco de la Pasión son responsables también de una pared con la Oración en el Huerto y es evidente que se inspiraron más en la miniatura de libros que en los mosaicos bizantinos. En el nártex las obras más tardías son casi un adelanto de lo que más tarde hará Giotto en el trecento.

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 Asunto: Re: La Serenísima
NotaPublicado: 09 Mar 2016 01:13 
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