A mí me da cierto pudor tratar el caso español, porque como es el que nos concierne de forma directa, cuesta más echar a un lado la carga inevitable de subjetividad e incluso de parcialidad. Pero, tratando de distanciarme de mí misma, coincido bastante con la idea que ha lanzado Ana, en el sentido de que la CR no supo proyectar la imagen pública de Letizia sencillamente porque no quería que surgiese una figura mediática potente que evocase a Diana de Gales. En cierto
modo, ahí pecaron, en CR, de torpes. Deberían haber confiado en que Letizia era una mujer hecha y derecha, una mujer que había tomado de forma meditada y responsable la decisión de darle un giro absoluto a su vida de periodista con un currículo ya bastante interesante y por tanto con unas perspectivas de futuro atractivas. Letizia era una mujer que tenía claro lo que significaba adquirir una preparación académica y ponerla en práctica, lo que significaba lograr cierta estabilidad laboral, lo que significaba casarse y divorciarse, lo que significaba tener que afrontar en solitario la hipoteca de un piso, etc. Ese perfil no tenía nada que ver con el perfil de lady Diana Spencer cuando saltó a la palestra. Por tanto, el grado de madurez personal también difería sustancialmente, aparte de que, por lo que sabemos a día de hoy, el noviazgo de Carlos con Diana fue un episodio cargado de dudas acerca de la viabilidad de esa relación de pareja, con el añadido de otra mujer en la sombra, mientras que la relación de Felipe con Letizia discurría por otros cauces.
Con esto trato de decir que yo pienso que en CR no deberían haber temido tanto un efecto lady Di. Letizia era una mujer que no tenía nada que ver con la jovencísima Diana que accedió al círculo de la realeza. La relación Felipe y Letizia tampoco guardaba ningún paralelismo con la relación Carlos y Diana. Se podía haber confiado en que Letizia, con el constante punto de referencia de su relación con Felipe, sabría desarrollar con naturalidad pero con seriedad una agenda intensa, con verdadero contenido. No hacía falta restarle espontaneidad y ajustarle al máximo la agenda. Vale que sí es conveniente un tiempo de rodaje, no ir de cero a cien en cuestión de un par de semanas tras la boda, etc, pero es que a Letizia decidieron situarla en un papel claramente complementario en determinados actos con Felipe y no darle una agenda bien pergeñada, bien definida, hasta transcurridos...AÑOS. Seguramente hubo algún pequeño acto en solitario, pero una golondrina no hace verano. Hasta que ha empezado a tener una agenda propia, ha pasado tiempo. E incluso su agenda propia a mí me sigue pareciendo menor de lo que creo que debería ser, porque ella tiene potencial para mucho más.
No se trata de que la exploten tanto que acaben saturando "el mercado" con la princesa. Pero es triste que haya habido que esperar tantos años para que la familia Asturias pueda proporcionarnos, por ejemplo, un reportaje como el que se lanzó con motivo del último cumpleaños de la princesa. Creo que Letizia debería haber tenido la opción de brillar con luz propia, porque ya que hay la suerte de que Felipe posee una sólida preparación y capacidad suficiente para hacerla valer, no habría un riesgo verdadero de que ella pudiese eclipsarle. Simplemente, se trata de subrayar el papel que le toca a la princesa. Eso sí: ya sabéis que yo soy de la escuela de que también hay que darle sentido a la presencia de las infantas Leonor y Sofía. A mí no me vale el argumento de "son niñas". Sí, son niñas, pero, qué caray, son "hijas de España", que eso significa en origen su título. No pretendo amargarles los años de niñez, criaturas, pero hay que empezar a hacerlas partícipes de algunos eventos. Voto por la presencia de Leonor en los premios Príncipes de Asturias, tras una oportuna visita OFICIAL al principado que representan sus padres. Es lo menos, para empezar.
Creo que otras casas reales tienen esto último -la necesidad de que sus retoños crezcan ante los ojos de sus súbditos- mucho más interiorizado. Para mí un ejemplo perfecto es cómo difunden Victoria y Daniel imágenes de la pequeña Estelle. Son imágenes que permiten a los suecos sentir que Estelle les pertenece, y es así cómo van a encariñarse con ella del mismo
modo en que se encariñaron previamente con Victoria.