Para empezar, la vida de Augusta estuvo muy marcada por la de su abuela inglesa, Mary, la hija de George II y de Caroline de Ansbach. Mary...
...se casó con Friedrich, hijo heredero del landgrave Wilhelm VIII de Hesse-Cassel, un tradicional aliado de los británicos que, por el mero hecho de serlo, vió sus territorios ocupados por ejércitos franceses en diversas ocasiones. Aunque Wilhelm VIII se apuntó un buen tanto al obtener para su Friedrich la mano de Mary, aquel enlace no pudo resultar menos afortunado. Mary demostró su fertilidad, dando a luz a cuatro varones en un lapso temporal de seis años, de los cuales solamente el primogénito se malogró a corta edad, pero aquello no mejoró en absoluto las cosas entre la pareja. Había una evidente tensión en la atmósfera y enseguida se comentó abiertamente que Friedrich era un tipo de muy malas pulgas, que no controlaba sus arrebatos coléricos ni siquiera con su distinguida consorte.
Mary no estaba por la labor de "aguantarse". Su suegro, Wilhelm, no había sido un buen marido para su mujer, Dorothea, de quien se aseguraba que asustaba con su fealdad, aunque lo peor era que que adolecía de un evidente desorden mental que hizo necesario mantenerla en una semi-reclusión. Wilhelm enseguida se había olvidado de que estaba casado con aquella pobre señora y había hecho resplandecer en su corte hessiana a su amante, la atractiva Barbara Christine von Bernhold. Pero al menos Dorothea no había tenido que sobrellevar escenas tormentosas. Mary estaba tan hartita del lenguaje desabrido y la rudeza de
modales de su marido, que después de poner en el mundo a su cuarto hijo, decidió que ya había cumplido con creces sus deberes dinásticos y se separó de él. Dado que todo lo que va mal es susceptible de empeorar, luego resultó que Friedrich decidió abandonar el calvinismo para convertirse al catolicismo. La firmemente protestante Mary encontró ahí una coartada perfecta para recalcar que no compartía ni mesa ni cama con su marido. Para que al mundo entero no le cupiesen dudas acerca de su postura, en 1755 buscó una separación formal, no sólo de hecho sino incluso de derecho, y en 1756 se mudó con sus tres hijos...¡¡a Dinamarca!! La excusa perfecta fue que los hijos que había tenido su muy querida hermana Louise con el rey de Dinamarca, huérfanos de madre a causa de la prematura desaparición de la madre inglesa, necesitaban que alguien se encargase de ellos. ¿Quien mejor que la tía Mary, que tanto había amado a Louise? Obviamente, nadie. Y sus tres chicos Hesse podían compartir educación con los príncipes de Dinamarca, sin lugar a dudas un excelente plan.
El hecho de que los tres niños Hesse se convirtiesen en mozalbetes en la corte danesa determinó en cierta medida su futuro. Por ejemplo, los dos mayores, Wilhelm y Karl, se casaron con princesas danesas. Wilhelm tomó por esposa a su prima la princesa Wilhelmina Caroline, en tanto que Karl hizo lo propio con su prima Louise. Adicionalmente, Karl enseguida se hizo, junto a su mujer, al papel de representante de la corona danesa en calidad de gobernador general de los ducados de Schleswig-Holstein. El hermano menor de Wilhelm y Karl, Friedrich, es quien a nosotros nos interesa en este tema. Friedrich hizo carrera en el ejército danés y, como no quedaba ninguna princesa prima hermana suya a la que cortejar, se contentó con casarse con una dama de excelente linaje que contaba con el beneplácito expreso de la corte de Dinamarca: Carolina Polixena de Nassau-Usingen.
Frederick y Carolina Polixena tuvieron ocho hijos y precisamente su octavo retoño fue una niña que recibió el nombre de Augusta. Augusta, que enseguida se abrevió en Gusta, nació en Rumpenheim, un castillo que su padre había adquirido en Offenbach, localidad situada en la región de Kassel, en Hesse, precisamente para preservar la conexión con su país natal a pesar de que había vivido durante años en Coppenhague. La infancia de Gusta discurrió de forma bastante típica considerando sus orígenes sociales y la posición de su familia en el entramado de la realeza europea, con una educación absolutamente convencional. Sin formar parte de la élite, estaba lo bastante bien situada dentro del elenco de princesas de familias germánicas protestantes como para que no representase una gran sorpresa el hecho de que, en la primavera de 1818, su primo segundo el príncipe británico Adolphus, duque de Cambridge, se casase con ella. Adolphus, Dolly, hijo favorito de George III, tenía por aquel entonces cuarenta y cuatro años y ejercía el papel de virrey en Hanover en representación de su hermano el rey George IV. Gusta contaba apenas veinte años, era veinticuatro años menor que su primo y esposo.