Observando el asunto desde una perspectiva histórica, tiene guasa que Carlos nunca quisiese asimilar la idea de que Resi era la heredera del trono que él ocupaba. Al principio, confiaba en que su esposa Elisabeth Christina produjese un varón. Después del natalicio de María Amalia, pareció evidente, dada la pésima salud de Elisabeth Christina, que las probabilidades de que ella volviese a ser madre eran escasas, aparte de que, incluso si se produjese dicha circunstancia, nadie creía que al cabo de tres niñas sobrevendría un niño sanote, capaz de sobrevivir a la primera infancia. Pero en ese punto, Carlos, como se ha indicado, depositó sus expectativas en que una muerte prematura de su mujer le dejase en condiciones de concertar para sí mismo un segundo casamiento más afortunado en lo que se refiere a la progenie. Nunca quiso encajar en sus esquemas que su Pragmática Sanción haría emperatriz a Resi.
Una -yo misma, jajaja- se pregunta hasta qué punto le turbaba la conciencia a Carlos por haber "desposeído" de la herencia imperial a sus sobrinas, María Josepha y María Amalia. En cierto
modo, Carlos se había ocupado de negociarles brillantes matrimonios, pero eso no sólo repercutía en ellas, sino que incrementaba el lustre de la dinastía de Habsburgo. María Josepha, la hija mayor del extinto Joseph I y de Wilhelmina Amalia, había sido muy bonita en su juventud a pesar de un labio típicamente habsburgués:

El tío Carlos la había enviado lejos de Viena cuando Resi tenía dos años de edad. En 1719, María Josepha matrimonió con Friedrich Augustus, en esa época hijo heredero de Augustus I El Fuerte, Elector de Sajonia, Rey de Polonia y de Lituania. Para curarse en salud, Carlos forzó previamente la renuncia de María Josepha a cualquier derecho que pudiese tener a la herencia austríaca; obviamente, no quería que los Wettin, en un futuro, reclamasen en nombre de ella el trono de los Habsburgo. Catorce hijos nacerían de la unión de María Josepha con Friedrich Augustus, a pesar de que éste encauzaba su vida principalmente a la práctica de la caza, a asistir a representaciones operísticas y a formarse una espléndida pinacoteca privada.
María Amalia, la hermana menor de María Josepha, era una muchacha religiosa, incluso piadosa, pero también sorprendentemente enérgica y rebosante de vitalidad:

Mostró un interés precoz por la política y una afición sorprendente hacia la caza. No se quejó, sin embargo, cuando el tío Carlos le hizo estampar su rúbrica en una solemne renuncia a eventuales derechos sucesorios antes de enviarla a hacer el papel de esposa del Elector de Baviera, Karl Albrecht en 1722. Recien casada, María Amalia íba a descubrir que su marido no tenía ni la menor intención de dejar de perseguir a otras mujeres, menos aún de renunciar a su amante oficial, Sophie Caroline von Ingelheim. Fue motivo de muchos comentarios el que María Amalia diese a luz su primera hija justo por la época en que Sophie von Ingelheim había proporcionado un hijo ilegítimo al Elector Karl Albrecht. De cualquier manera, María Amalia demostró sentido práctico. Se las apañó para manejar sus sentimientos de humillación o de vergüenza pública, demostrando que podía ser una leal colaboradora con un esposo que, infidelidades aparte, le permitía vivir consagrada a sus aficiones y además a todo trapo.
Pese a la rapidez con la que Carlos había dispuesto de sus sobrinas, apartándolas de la corte vienesa en la que permanecía la madre de ambas, esto no significa que estuviese velando por los intereses de Resi. Aún pensaba, y pensaría durante muchos años, que finalmente tendría un varón, bien de su esposa o bien de una segunda consorte a la que le permitiese acceder una temprana viudedad. Resi, a cargo al igual que su hermana Mariandl de la condesa von Fuchs-Mollard, recibió una educación primorosa, con un notable influjo de la religión católica; aprendió rudimentos de historia, bastante geografía e idiomas, en especial latín, francés e italiano. Pero no fue en absoluto preparada como hubiera correspondido a una futura emperatriz. Carlos hubiese diseñado un programa formativo absolutamente distinto en caso de haberse tratado de un varón reconocido en la cuna como heredero del imperio.